19 de julio de 2012

El dilema de la izquierda



A dos meses que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (conocido como TRIFE), declare el sí o no a la validez de la elección, la izquierda se encuentra entre el dilema de seguir por la vía de la protesta social y el desconocimiento del nuevo gobierno, o ser una oposición eficiente en el congreso de la unión y tratar de negociar reformas en materia económica y social.
Como se augura, el TRIFE declarará la validez de la elección, y ello implicará que tomen una decisión. López Obrador, apunta hacia el desconocimiento del gobierno de Enrique Peña Nieto, mientras que ya una parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD), habla en términos sólo de oposición legislativa, más que de un desconocimiento del nuevo gobierno. ¿Debería ser un dilema, la decisión que la izquierda asuma frente al nuevo gobierno?



No tendría por qué serlo. Sin embargo, como muchos analistas señalan, en un régimen presidencialista como el nuestro, la presidencia es todo o nada. En tanto, el poder legislativo ha jugado y jugará un papel central para el devenir del próximo gobierno. ¿En qué asuntos? En materia energética, laboral y de competencia en el ámbito de las telecomunicaciones. Sin duda que estarán presentes reformas políticas, no obstante, el punto nodal se encontrará en las reformas que hagan en materia económica.

 Es aquí donde López Obrador, puede jugar un papel central, en presionar para que se reforme en materia de educación, mayor presupuesto a instituciones de educación media y superior; incremento de salarios y, democratización y fiscalización de los sindicatos. Asimismo, en materia de reforma energética, puede negociar que haya una mayor transparencia, una mejor fiscalización en PEMEX y CFE, así como que se reinvierta para la generación de tecnología e industria. En materia de medios de comunicación, puede pugnar -y es aquí en donde tiene su mayor fuerza-, por mayor competencia, tratando de logar al menos otras dos cadenas nacionales, y a su vez incrementar la cobertura del acceso a Internet.

Si López Obrador, se plantea como el opositor de Peña Nieto, en casos concretos, pueden tener innumerables dividendos, tantos que podrían posicionarlo como candidato a la presidencia para el 2018. La movilización social, puede ser un elemento que utilice para presionar determinadas reformas en el congreso. Señalar cada error, corruptela o autoritarismo por parte de Peña Nieto, y tomar acciones legales fundamentadas y bien hechas, lo pondría como “un vigilante”, como el perfecto opositor, que podría hacer que el gobierno cometiera un traspié o quedara evidenciado.

Si deciden desconocer al nuevo gobierno, etiquetarle tantos adjetivos como se les ocurra, y llamar a marchas que sólo vilipendien a Peña Nieto y en donde se unja a sí mismo, López Obrador, como el líder moral de la nación, estarán desperdiciando una oportunidad única e impresentable para éste y la izquierda.
Habrá que ver, si López Obrador y la izquierda son capaces de mirar más allá de sí mismos, o de nuevo se meterán en el caparazón de su moral y su discurso, en tanto quienes gobiernan y legislan toman decisiones que afectarán en el presente y a futuro a gran parte de la población.

16 de julio de 2012

La impopularidad no es sinónimo de ilegitimidad


Los recursos de impugnación, así como las denuncias que se han hecho del proceso electoral de este año, no tienen por qué significar un aura de ilegitimidad en el próximo gobierno. Aunque, los seguidores del ex candidato López Obrador digan que el triunfo de Enrique Peña Nieto (EPN), es ilegítimo, no debería porque asumirse como tal.
En el año 2000, Francisco Labastida y Vicente Fox, incurrieron en actos ilegales, al rebasar los topes de campaña y hacer uso de financiamiento ilícito para sus campañas, sin embargo, el triunfo de éste último, no resultó ilegitimo, a pesar de haber ganado con el sólo 6.6% de ventaja por encima del candidato priista, diferencia similar a la obtenida por EPN respecto a López Obrador.
Sin embargo, el “virtual” ganador de las elecciones si carga sobre sus hombros, la impopularidad en los sectores que no votaron por él. Por un lado, la negativa carga histórica que tiene el Partido Revolucionario Institucional (PRI), es una de las causas, por otro, a las actuaciones de la mayoría de los gobiernos estatales priistas, tales como Puebla, Oaxaca, el Estado de México, Coahuila, Veracruz, entre otros. Sin embargo, el detonante de esta impopularidad sobre el candidato del PRI, fue su visita a la Universidad Iberoamericana, ya que atrajo el repudio y aversión por una gran parte de las comunidades universitarias hacia EPN, no sólo por representar para ellos al PRI “represor”, sino también por la impericia en el manejo de la situación y en la manera en que se calificó a los jóvenes que se manifestaron en su contra.
La impopularidad no es lo mismo que ilegitimidad, ya que su triunfo no fue producto de una “imposición” como muchos han dicho, ya que hubo elecciones, financiamiento público y acceso a los medios de manera equitativa. Existieron mecanismos legales consensados por todos los partidos políticos, para competir por la presidencia y demás cargos de elección popular. En esencia, el sistema electoral es democrático, no autoritario, ni mucho menos dictatorial.
El triunfo de EPN no se encuentra fuera de lo que la ley establece, lo que está en duda y en revisión son las prácticas clientelares y el uso de recursos ilícitos, durante el proceso electoral. Ilegitimo representaría, que EPN fuera reconocido como presidente, sin haber llegado a dicho cargo a través del proceso electoral y de obtener una mayoría de los votos por encima de los demás candidatos.
El gobierno de EPN tendrá que demostrar si es capaz de reducir su impopularidad, y quizás hasta de ganarse el favor de los que están en contra de él, pero sólo lo hará si no reproduce prácticas autoritarias hacia quienes lo repudien –haciendo uso del insulto o la agresión-, así como concentrándose en las causas más preocupantes del país, como la pobreza y la violencia. Ahora bien, mi pronóstico, es que si bien no caerán en acciones represivas en contra de las animadversiones, si harán caso omiso de toda crítica y rechazo público, y se sentirán cada vez más tentados hacia prácticas populistas, debido al cumulo de intereses y la magnitud de los problemas que aquejan al país. Sin embargo, eso es algo que nos queda por ver.