A dos meses que el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (conocido como TRIFE), declare el
sí o no a la validez de la elección, la izquierda se encuentra entre el dilema
de seguir por la vía de la protesta social y el desconocimiento del nuevo
gobierno, o ser una oposición eficiente en el congreso de la unión y tratar de
negociar reformas en materia económica y social.
Como se augura, el TRIFE
declarará la validez de la elección, y ello implicará que tomen una decisión.
López Obrador, apunta hacia el desconocimiento del gobierno de Enrique Peña
Nieto, mientras que ya una parte del Partido de la Revolución Democrática
(PRD), habla en términos sólo de oposición legislativa, más que de un
desconocimiento del nuevo gobierno. ¿Debería ser un dilema, la decisión que la
izquierda asuma frente al nuevo gobierno?
No tendría por qué serlo. Sin
embargo, como muchos analistas señalan, en un régimen presidencialista como el
nuestro, la presidencia es todo o nada. En tanto, el poder legislativo ha jugado
y jugará un papel central para el devenir del próximo gobierno. ¿En qué
asuntos? En materia energética, laboral y de competencia en el ámbito de las
telecomunicaciones. Sin duda que estarán presentes reformas políticas, no
obstante, el punto nodal se encontrará en las reformas que hagan en materia económica.
Es aquí donde López Obrador, puede jugar un
papel central, en presionar para que se reforme en materia de educación, mayor
presupuesto a instituciones de educación media y superior; incremento de
salarios y, democratización y fiscalización de los sindicatos. Asimismo, en
materia de reforma energética, puede negociar que haya una mayor transparencia,
una mejor fiscalización en PEMEX y CFE, así como que se reinvierta para la
generación de tecnología e industria. En materia de medios de comunicación,
puede pugnar -y es aquí en donde tiene su mayor fuerza-, por mayor competencia,
tratando de logar al menos otras dos cadenas nacionales, y a su vez incrementar
la cobertura del acceso a Internet.
Si López Obrador, se plantea como
el opositor de Peña Nieto, en casos concretos, pueden tener innumerables
dividendos, tantos que podrían posicionarlo como candidato a la presidencia
para el 2018. La movilización social, puede ser un elemento que utilice para
presionar determinadas reformas en el congreso. Señalar cada error, corruptela
o autoritarismo por parte de Peña Nieto, y tomar acciones legales fundamentadas
y bien hechas, lo pondría como “un vigilante”, como el perfecto opositor, que podría
hacer que el gobierno cometiera un traspié o quedara evidenciado.
Si deciden desconocer al nuevo
gobierno, etiquetarle tantos adjetivos como se les ocurra, y llamar a marchas
que sólo vilipendien a Peña Nieto y en donde se unja a sí mismo, López Obrador,
como el líder moral de la nación, estarán desperdiciando una oportunidad única
e impresentable para éste y la izquierda.
Habrá que ver, si López Obrador y
la izquierda son capaces de mirar más allá de sí mismos, o de nuevo se meterán
en el caparazón de su moral y su discurso, en tanto quienes gobiernan y
legislan toman decisiones que afectarán en el presente y a futuro a gran parte
de la población.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Publica tu comentario: