6 de agosto de 2012

El malestar con la democracia



Desde que México ha arribado a un sistema democrático en el ámbito político-electoral, se han generado expresiones de descontento hacia éste, tanto de corrientes de izquierda como de derecha. Sin embargo, de manera más creciente y visible, la izquierda y un sector importante de la sociedad que simpatiza con ésta, ha hecho suyo este descontento. Las elecciones de 2006 y la de este año, han generado un malestar profundo, tanto a la forma en cómo están regulados los partidos y los procesos electorales, así como hacía otros actores que cada vez se han vuelto más visibles. ¿Qué factores han generado que estos sectores de la sociedad se sientan insatisfechos con el sistema democrático?

Varios analistas han apuntado, que los factores se deben a que a la democracia, se le han cargado demasiadas expectativas, que por sí misma, le es imposible de cumplir, como mayor empleo, mejores condiciones laborales, mayor y mejor educación, en general la mejora de las condiciones socioeconómicas. Si bien este es un factor importantísimo, yo apuntaría hacia otro elemento, que va asociado con la impunidad, pero que se encuentra sobre todo en el ámbito de lo simbólico.

El año de 1968, fue un punto de quiebre sobre el equilibrio que había entre sociedad y gobierno, aunque había diferentes sectores que se encontraban en conflicto con la sociedad, estos eran reducidos y en su mayoría de regiones rurales. En este año de efervescencia juvenil, los protagonistas fueron en su mayoría sectores estudiantiles de zonas urbanas. Veían el autoritarismo como un desfase entre una sociedad cada vez más cambiante y moderna, y un sistema político monolítico y anticuado. El asesinato de cientos de estudiantes, el 2 de octubre de ese año, representó un agravio a gran parte de la sociedad, y la definitiva ruptura de un pacto social con el sistema político.

Las guerrillas y la guerra sucia, fueron reflejo de cómo se fueron agudizando las relaciones entre sociedad y gobierno. Esta tensión tuvo una relajación con las reformas políticas que se hicieron en 1977 y las consecuentes, para abrir paso a la pluralidad política. No obstante, el fraude electoral de 1988, volvió a tensionar a una parte de la sociedad con el gobierno, hasta llegar al levantamiento zapatista de 1994. Si bien este último enarbolaba otras causas más allá de la demanda de democratización, en gran parte era producto de ese descontento social que se había venido acumulando del sistema priista.

Con el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1997 como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México por parte del PRD y el arribo en 2000 de Vicente Fox, como presidente de la república, proveniente del PAN, se volvió a establecer un clima de reconciliación nacional. No obstante, dentro de los principales desafíos que tenía este último, era desmontar el sistema autoritario que había generado el PRI y resarcir los agravios sociales, a través de sancionar y castigar a los responsables de los excesos de poder y de las violaciones de derechos humanos, que había padecido una gran parte de la población: estudiantes, campesinos, indígenas y mujeres.

La Comisión de la Verdad que se creó para investigar y castigar “los crímenes del pasado”, resultó una primera esperanza para restaurar plenamente el equilibrio entre sociedad y gobierno. No obstante, terminó en decepción, se investigó pero no se sancionó a los principales responsables. Por otra parte, los derechos sociales que se requerían para contribuir a esa reparación de daño, tampoco se generaron, por ninguno de los tres poderes de la Unión.

Asimismo, el gobierno no reformó a fondo el sistema político que le había heredado el PRI, al nuevo gobierno, de tal modo, que todo termino por verse como una negociación entre el viejo y nuevo régimen. El signo que quedó como distintivo de la democracia, era la impunidad.

Frente a esta imagen, el gobierno o  los gobiernos emanados del PAN, bien pudieron generar actos que fueron simbólicos para la sociedad, que aunque no se castigará desde la vía judicial a los responsables de crímenes y de violaciones de derechos humanos, si se pudieran generar espacios o memoriales simbólicos que fueran significativos para la sociedad.



Argentina y Chile, son ejemplos de cómo la democracia, generó satisfactores sociales, a pesar de que tienen todavía enormes deudas que cubrir. Pero al menos en lo que corresponde a los castigos, hacia actores responsables de innumerables actos ominosos hacia la sociedad durante las dictaduras, se hicieron tanto desde el ámbito judicial como simbólico. Chile recordó de manera significativa con Ricardo Lagos el 11 de Septiembre de 1977, a pesar de que no se castigó a Pinochet y a gran parte de sus colaboradores. Argentina, ha dictado sentencias condenatorias en contra de militares responsables de los agravios durante las dictaduras, e hizo de la Escuela Mecánica de la Armada, un memorial para que actos cometidos por militares, fueran recordados y condenados socialmente.

En lo particular, considero que en la medida en que no haya actos y espacios que sean simbólicos para la sociedad, en donde se restaure la dignidad y la memoria de las personas, que les fueron violados sus derechos o arrebatada su vida, por diversas de causas - y a pesar de que no estemos de acuerdo con ellas-, gran parte de la sociedad, en particular los que simpatizan con la izquierda, pero en general toda la sociedad, seguirán sintiendo una insatisfacción con el sistema democrático, lo que en ocasiones puede derivar en conflictos más agudos, como las guerrillas de los 70 o más reciente la de los 90.

Sin embargo, la generación de derechos sociales hacia los sectores más desfavorecidos, restauran mucho más el equilibrio social y tienen un efecto a más largo plazo.

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