30 de octubre de 2012

El puritanismo ideológico de los movimientos sociales


Lo sucedo con Antonio Attolini, en donde se le “linchó” en las redes sociales y en parte de la opinión pública, por su decisión de integrarse a una mesa de análisis en FOROtv de la empresa Televisa, nos hace revisar hasta donde los movimientos sociales terminar por ser monolíticos, dogmáticos y poco abiertos a la diferencia.
Haremos un breve análisis de los movimientos sociales más recientes, el de López Obrador, el Movimiento por la Paz con Justicia yDignidad y el #YoSoy132. Cada uno de estos, desafortunadamente, han tenido como denominador común, en algún momento de su vida, un puritanismo en sus ideas.

Antes de iniciar el análisis, es importante comprender qué es un movimiento social. Zemelman en un artículo “Movimientos sociales, acción e identidad” publicado en la revista Zona Abierta define los movimientos sociales como “los proyectos que apoyan e impulsan los diferentes sujetos sociales que coexisten en la sociedad.” A partir de esta definición, podemos señalar que un movimiento social es todo aquel proyecto que es construido, compartido e impulsado por diversos actores de la sociedad, aglutinando diversas perspectivas en torno a un mismo objetivo; el cual se detona a raíz de un hecho que conmueve y afecta (o que se siente afectada) a una parte importante de la sociedad.

Los resultados de las elecciones presidenciales del año 2006, hicieron que el descontento de un candidato y de los partidos que lo postularon -alegando la probabilidad de un fraude electoral-, trascendiera del ambiente institucional, trasminándose este descontento hacia una parte importante de la sociedad. Asimismo, la figura carismática de López Obrador hizo que la exigencia del recuento del total de los votos, se convirtiera en una exigencia social. Partidos políticos, académicos, organizaciones civiles y algunos medios de comunicación se unieron a la exigencia del recuento total de los votos. Durante los primeros dos años, se logró mantener la fuerza y la cohesión de este movimiento, sin embargo, se dieron posiciones dogmáticas y poco plurales al interior del movimiento que fueron mermando la capacidad y el número de actores que lo habían apoyado.

Uno de estos factores de disidencia y de poca apertura, fue el de no reconocer al presidente electo, ni tener algún tipo de interlocución con el partido ganador. La palabra “negociación” se convirtió en sinónimo de “traición”. De tal modo, que todo aquel que aceptará sentarse a negociar con el presidente de la República o con el Partido Acción Nacional (PAN) eran traidores al movimiento. Uno de los momentos negros a recordar sobre esto, fue la crítica agresiva que se hizo de la figura Cuauhtémoc Cárdenas, por aceptar presidir el “Comité Organizador del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana” que le ofreció el presidente Vicente Fox. La forma en cómo se le maltrato por parte de sus correligionarios del partido y simpatizantes de López Obrador, hizo que el renunciará a presidir dicho comité. La renuncia no sólo significó la ausencia de tener unos festejos memorables y de hacer un llamado a la unidad nacional, sino que además representó la forma en cómo serían tratados todos aquellos que no estuvieran de acuerdo con los postulados de ese movimiento, o que decidieran tener algún tipo de relación con los que se habían “robado” la elección, serían llamados traidores.



Esta misma postura hizo que dicho movimiento social perdiera su capacidad de efectividad y de generar mayor consenso entre diversos actores. El rechazo a hacer coaliciones electorales entre el PAN y el PRD para elecciones para gobernador en los estados, hizo que el PRI capitalizara esto y por consecuencia significó el debilitamiento electoral del partido. El mantenerse en la lógica de llamar “espurio” al presidente electo y no salir del discurso del robo de la elección, hizo que varios simpatizantes de López Obrador y del movimiento, dejarán de apoyar.


En el caso del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), más que tener una posición ideológica excluyente de adentro hacia afuera, más bien fue a la inversa. El asesinato del hijo del periodista y poeta Javier Sicilia hizo que surgiera un movimiento que diera voz a las diversas víctimas anónimas producto de una guerra contra el narcotráfico, además de hacer posible de cuestionar la estrategia de seguridad seguida por el presidente Calderón. Sin embargo, el hecho de que Javier Sicilia, decidiera abrazar y besar a diferentes figuras del ámbito político, hizo que le cayeron una serie de críticas mordaces y duras, sobre esta actitud.

 Sicilia llamaba en los mítines públicos y marchas a no hacer expresiones de denuesto o de odio en contra de autoridades o figuras políticas. Su discurso mantuvo una congruencia casi intachable, logrando que posiciones a veces tan opuestas como las que aglutina Enrique Krauze o la Jornada y Proceso, le dieran un apoyo irrestricto al movimiento. Sin embargo, a partir de los Diálogos de Chapultepec, en donde Javier Sicilia, -en un diálogo respetuoso pero fuerte, criticó la política de seguridad contra el crimen organizado-, abrazó y le entregó un rosario al presidente, hizo que cayeran cientos de críticas de diversas posiciones, tanto de sectores contrarios al movimiento como de quienes lo apoyaban (extrema se tangunt). Lo mismo pasó, cuando lo hizo con Manlio Fabio Beltrones y los candidatos a la presidencia de la república. Frases como “¿quién besa al asesino de su hijo?”, “con besos no se acaba la guerra”, estaban cargadas de resentimiento y de denostación en contra de Sicilia. En el fondo lo que se quería transmitir es que no se puede tener diálogo alguno con “el enemigo” o “el represor”, quien así lo haga se convierte, de nuevo, en traidor.



Un hecho más evidenció el puritanismo de aquellos que criticaban al MPJD. Las críticas que hizo Javier Sicilia, cara a cara, hacia López Obrador, lo convirtieron de nuevo, en un “vendido” y “traidor”. Aunque Sicilia fue igual de crítico con todos los candidatos -incluso mucho más con Enrique Peña Nieto-, los sectores que se enfurecieron por las críticas hechas a López Obrador, no vieron esto. Si bien en medio de una campaña electoral, las pasiones se desbordan a la hora de apoyar a algún candidato, actores que algún momento apoyaron al MPJD, se volvieron detractores de este al ver en la crítica a López Obrador, un “favor” a los opositores. El mensaje que se mandaba es “no se puede juzgar o criticar a alguien cuando esto implique favorecer al contrincante”, argumento similar al que se esgrimió durante la guerra fría, y con el cual se quiso acallar las voces críticas hacia la Unión Soviética o Cuba, porque esto implicaría hacerle un favor al imperialismo yanqui.

El movimiento #YoSoy132, surge a raíz de la forma en cómo las televisoras y algunos medios impresos, deciden dar cobertura a la visita de Enrique Peña Nieto, como candidato, a la Universidad Iberoamericana, Campus Ciudad de México. Cientos de jóvenes se sienten indignados por la cobertura informativa que hacen los principales medios (en particular contra Televisa), dando información parcial y sin mostrar la forma en cómo había sido repudiado el candidato del PRI por varios jóvenes de dicha universidad, lo que hace que estudiantes de diversas universidades privadas y públicas salgan a manifestarse y a generar un movimiento que llama a la democratización de los medios de comunicación en especial en el ámbito de la televisión. Logrando que la campaña tuviera un cariz diferente y que el tema de la competencia en los medios y las telecomunicaciones se pusiera como un tema prioritario en la agenda pública. No obstante, la intolerancia y la poca pluralidad también se hizo presente. Televisa se convirtió en el enemigo público de este movimiento, nada de tratos ni negociaciones con la televisora. Es así que el hecho de que Antonio Attolini, estudiante del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y una de las figuras más destacadas de este movimiento, decidiera unirse a un programa de análisis en el canal de FOROtv de Televisa, lo convirtieran en un “traidor” y “empleado de Televisa”. Si bien al formar parte de un programa de la televisora, puede poner en cuestión su posición crítica hacia la misma, eso no lo convierte en un oportunista o que haya traicionado las convicciones que sigue #YoSoy132, y que el comparte. Aunado a que, un movimiento social no puede depender de una persona, dado que eso lo hace vulnerable. Sin embargo, el hecho de que un miembro destacado de este movimiento haya decidido unirse a un programa de análisis, eso no lo convierte en un “arribista” como lo han llamado, más bien ayuda a que se genere un debate mucho más plural, en los medios que existen.



Al generarse una opinión pública, -dentro de la propia Televisa-, mucho más plural y favorable a la competencia en los medios de comunicación, favorece condiciones para que esto a futuro sea posible. Si alguien que tiene una posición crítica sobre determinado tema y tiene capacidad para argumentar y dialogar, se excluye del ámbito público, es absurdo. Quienes desean mantenerse en el anonimato de las marchas por permanecer  fieles a sus posiciones, me parece adecuado, pero no por eso descalifica a aquellos que desean que esas mismas posiciones puedan llegar a más audiencia y que vayan permeando en la población. El diálogo y el debate enriquecen la vida pública, los soliloquios y el ostracismo, la empobrecen. Las ideas críticas por sí mismas no son inamovibles, si lo son se convierten en dogma.

Los movimientos sociales que logran sus objetivos a largo plazo son aquellos que se mantienen abiertos, que incorporan a diversos sectores de la población (ya que en eso radica su fortaleza) y que generan debate entre posiciones contrarias. El puritanismo ideológico en que en ocasiones caen estos movimientos, los puede hacer cavar su propia tumba. Habría que pensar, qué tanto estamos dispuestos a perder por mantener una idea o posición intransigente, o por convertir a aquellos que disienten de nosotros en “traidores”.

17 de octubre de 2012

Venezuela entre el caudillismo y la democracia

El pasado 7 de octubre, Venezuela vivió la consumación de uno de los procesos electorales más álgidos de la historia reciente.
La contienda entre Henrique Capriles y Hugo Chávez, polarizó férreamente a la sociedad y contrario a lo que se esperaba, del posible desconocimiento de los resultados electorales por parte del opositor del actual presidente, no fue así, Capriles reconoció que los resultados daban como ganador a Chávez, además de felicitarlo, lo exhortó a que gobernara tanto para aquellos que habían votado por él, como por los que no lo habían hecho. Por otra parte, contrario a su retórica desdeñosa de Chávez -por el refrendo de su poder vía las elecciones-, éste dio muestras de mesura y también de reconocimiento a su contendiente, así como los votantes de este candidato. Pero ¿qué pasa en Venezuela, no se nos decía que vivía una frágil democracia?, ¿dónde están los posibles enfrentamientos que devendrían del proceso electoral? Si el presidente Hugo Chávez ha puesto en declive a la democracia venezolana, ¿por qué los opositores siguen reconociendo los procesos democráticos como vía para alcanzar el poder? No hay respuestas únicas a estas preguntas, cada una requiere de relacionar diversos factores y hacer algunos matices.

Para analizar los procesos electorales en Venezuela y medir la solidez de su democracia, son varios elementos que hay que tomar en cuenta, el principal, el presidente Hugo Chávez, seguido de su relación con los medios de comunicación, así del diseño actual de las instituciones electorales y por último, los opositores.
Hugo Chávez, ha venido a representar a uno de los “modernos caudillistas” que han tomado un especial auge en Sudamérica, como Ecuador, Bolivia y Argentina. Estos modernos caudillistas, comparten rasgos con los prototipos de caudillos del siglo XIX y XX de Latinoamérica, donde el poder y el carisma se condensa en una sola persona; se maneja una retórica nacionalista de tintes marxistas o soviético; llevan a cabo una serie de reformas económicas y sociales para reconcentrar el poder en el Estado; focalizan la ayuda a los sectores más pobres, pero sustentado los programas o acciones en un dispendioso manejo de los recursos públicos. Con la gran diferencia que estos caudillos modernos, no buscan el ascenso y la continuidad en el poder vía la lucha armada, los golpes de estado, o el cese de las instituciones democráticas, sino que lo hacen a través de los propios cauces democráticos, pero con la intención de perpetuarse. Comparten la idea y la intención con los caudillos tradicionales, de que para que haya mejoras sociales y económicas de la población, ellos deben permanecer en el poder ad infinitum, un cariz sumamente antidemocrático.

Hugo Chávez, encaja bien en esta descripción de los “caudillos modernos”. Si bien, éste intentó arribar al poder, vía un golpe de estado desde el Ejército, el resultado fue infructuoso. Desde entonces comprendió que el contexto internacional y local, se había modificado sustancialmente. La “tercera ola” o la democratización de los países en América Latina, a finales del siglo XX, ha hecho improbable la vuelta a las dictaduras militares y los caudillismos. No obstante, Hugo Chávez, podría decirse que es el primer personaje político que ha hecho un equilibrio riesgoso entre caudillismo y democracia. Desde el fallido golpe de Estado en 2002, Chávez salió mucho más fortalecido y avispado para poder consolidar y darle continuidad a su mandato. Se percató fácilmente del poder de los medios de comunicación, en especial de las televisoras,  de tal modo, que no sólo  decidió quitar las concesiones a algunas empresas, sino que decidió convertirse en la principal estrella de un show, que ha durado catorce años, -y que es probable llegué a los veinte-, si es que su principal enemigo, el cáncer, no lo derrota antes. Ha hecho de sus programas como Aló Presidente y otros, un lugar en donde teatraliza el poder para un pueblo necesitado de atención, por la indolencia de varios gobiernos frente a la pobreza que ha azotado a gran parte de la población. Manda, fustiga a sus ministros, ordena decretos en favor de los más pobres, canta, llora y hasta evangeliza. Chávez ha hecho de su poder, una segunda vocación, la actuación.



Aunado al uso de los medios, como un segundo poder que lo reviste, Chávez ha utilizado los recursos públicos y el petróleo, para consolidar su figura en la región y en su país. Ha incrementado sin duda el número de universidades, ha generado un sinfín de programas para los más necesitados y ha hecho del petróleo un medio de cambio diplomático. Volvió a situar a Estados Unidos como el “imperio” del siglo XX, hizo de Bush -uno de los presidentes más impopulares en el mundo-, un escalón para subirse a la plataforma internacional y situarse en su país como uno de los adalides que defiende a la región del Goliat. La utilización de los medios de comunicación, el uso de los recursos públicos y el petróleo, y su retórica soviética le han generado dividendos, pero al parecer estos se han ido agotando, dado que su triunfo apenas obtuvo un poco más del total de la votación.

Si bien los altos índices de delincuencia, la corrupción y la enfermedad del presidente han mermado su influencia,  ha sido también el trabajo disciplinado de la oposición, en donde se mezclan diversas posiciones, tanto las golpistas como las democráticas, pero al final todo se ha hecho bajo los cauces electorales.

Antes de revisar qué ha pasado con la oposición, es importante hacer un alto en las instituciones electorales de Venezuela, para poder analizar en qué medida estás aún mantienen su solidez y autonomía, o han quedado bajo el manto del presidente. El Consejo Nacional Electoral de Venezuela, está reconocido como uno de los cinco poderes independientes del país, es decir, forma parte del equilibrio constitucional de la división de poderes, con lo cual le da un amplio margen de garantizar la transparencia e imparcialidad de las elecciones y a la vez, le dota de certeza y autonomía necesaria, frente a la tentación e intromisión de diversos poderes, tanto instituidos como fácticos. Esto en parte explica cómo es que la oposición a pesar de sus desventajas frente al poder de Chávez, no ha decidido desconocer los procesos electorales.

En lo que se refiere a la oposición al chavismo, ésta no había tenido tal fuerza, como en estas pasadas elecciones. El momentáneo golpe de Estado dado por algunos opositores, los sacó de inmediato del escenario público y su desprestigio fortaleció a Chávez. Sin embargo, las protestas estudiantiles que se dieron en 2007, hicieron resurgir a la oposición y una gran parte de la sociedad se percató de los riegos que un presidente concentrara tanto poder. Asimismo, éste fue evidenciando sus rasgos autoritarios al descalificar a los estudiantes, como manipulados, y defensores de corruptos y asesinos. Por otro lado, el rechazo a debatir con un grupo de intelectuales liberales, en particular con Vargas Llosa, fue desnudando fácilmente su persona. Todo esto hizo que la figura de Chávez, fuera perdiendo ese aura de “héroe patrio” que él se quiso labrar. Por su parte, los partidos opositores fueron ganando terreno en alcaldías de tal modo, que su poder electoral se fue consolidando. Es así que en estas elecciones, se concertó una coalición entre numerosos y variopintos partidos que se oponen al régimen de Chávez, seleccionando a Henrique Capriles, un candidato joven, profundamente religioso, pero con vocación democrática. Este personaje, de ascendencia judía y abogado, capitalizó el hartazgo frente a la corrupción y la delincuencia generalizada en el país, asimismo, inspiró una renovación democrática del país. Lamentablemente, no le alcanzó para derrotar a un Chávez debilitado en lo físico, pero aun concentrando gran parte del poder institucional y mediático.

El devenir político de Venezuela se augura, un Chávez que se ve mermado por el cáncer, un gobierno y un oficialismo debilitado por el cáncer de la corrupción y la acumulación excesiva de poder. Una nueva generación que se ha hecho presente en la vida política, una oposición más organizada y estratégica, frente al ostracismo propio e impuesto. Chávez no podrá perpetuarse, como él desea, y aunque muchos de sus partidarios, lo desearían, Venezuela tiene pocas posibilidades de volver a ese caudillismo tradicional o a una dictadura. Pronto veremos la vuelta a una democracia sin esquizofrenias, pero quizás este trance histórico no deje de tener secuelas negativas para gran parte de la población.

La situación política de este país es tan sui generis que hará a varios politólogos y sociólogos analizar cómo es que Venezuela pudo lidiar con el caudillismo y la democracia sin romper ese frágil equilibrio.

1 de octubre de 2012

Obama, el Imperio Democrático

A un mes de las elecciones en Estados Unidos (EEUU), vale la pena revisar lo más importante durante la gestión de Barack Obama y evaluar la conveniencia de la continuidad o la llegada de un republicano como Mitt Romney.


El arribo de Barack Obama, a la presidencia de EEUU hizo que despertará una serie de expectativas promisorias tanto al interior de este país como hacia el exterior. Una de las principales para el pueblo norteamericano, era acabar con la invasión en Irak, que estaba costando la vida de miles de soldados. Otra era la posibilidad de salir de una crisis económica, en la que se había sumido EEUU, a raíz de la especulación inmobiliaria y el déficit generado por el financiamiento de la guerra en Medio Oriente.  En el contexto internacional, se vislumbró la oportunidad de generar acuerdos multilaterales y una nueva solidez de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), después de haber quedado debilitada por las acciones durante el mandato de George W. Bush en EEUU.

Los resultados no han sido los que se esperaban, no obstante, vale revisar con más detenimiento cada uno de estos, para ver en qué medida Obama ha establecido una distancia como candidato y como presidente de una de las potencias más fuertes del mundo. En lo que se refiere a Irak, logró sacar a miles de soldados estadounidenses, y se consolidaron las incipientes fuerzas de seguridad y militares en ese país. Asimismo, logró generar consensos con diversas potencias en la región para hacer frente a la grave crisis que se presentaba en Afganistán. No obstante, los atentados terroristas han continuado en esos países, principalmente en Irak, aunque con altibajos. Por otra parte, se capturó y ejecutó a Osama Bin Laden, principal señalado en dirigir los atentados del 11-S en Nueva York, y en Europa. Sin embargo, esto no se hizo bajo los principios de la justicia internacional. Esto ha hecho que en el contexto internacional, Obama dejé un sabor amargo, ya que se esperaba que EEUU retomará los mínimos cauces legales del derecho internacional.

En lo que concierne a la crisis económica, que ha agobiado a los EEUU -y a gran parte de la Unión Europea-, las limitaciones son mucho mayores. Por un lado, ha tratado de sanear las finanzas, pero quizás con políticas impopulares –pero necesarias-, como el rescate financiero de varias instituciones financieras. Asimismo, trató de impulsar una reforma de salud, que dotará de seguridad social a millones de estadounidenses que carecen de ella, y que con la crisis económica dicha situación se ha agravado.  Es aquí donde ha mostrado su mayor debilidad, dado que el peso que tiene el  Partido Republicano, ha impedido que pueda llevarse a cabo de manera plena esta acción. Por otra parte, no ha habido grandes ideas sobre cómo reactivar la economía, el cambio del contexto económico, el incremento de la terciarización del trabajo y la emergencia de países industrializados, como Brasil, la India y China, hace imposible pensar en volver a aplicar un New Deal, aunado a que las condiciones que se presentaron con F. D. Roosevelt, son totalmente contrarias a nuestra realidad. El costo de no haber cumplido estas expectativas hizo que los republicanos ganarán la mayoría en el Congreso en 2010.



Mirando con cuidado, algunas de las acciones de Obama, se puede concluir primero, que las expectativas que generé un candidato para ganar un puesto de elección siempre serán mayores a las que pueda realizar; segundo, que si bien el presidente de los EEUU, continúa bajo la línea de poner sus intereses por encima de cualquier otro país, mide las consecuencias que esto podría acarrear.

Hillary Clinton, ha hecho uno de los mejores papeles como Secretaría de Estado, y aunque sigue habiendo en algunos casos una línea dura, casi siempre se trata de consensar antes de tomar una acción. En el caso de Irán e Israel, donde este último ha querido lanzar una ofensiva militar, debido a que señala que el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, está fabricando armas de destrucción masiva, EEUU lo ha contenido, lo mismo ha hecho con el caso de Corea del Norte. Ha tratado de negociar con China e incluso la propia Rusia, la contención de estos países, que posiblemente puedan tener en su poder estas armas. Evitando con ello que se produzca un conflicto bélico de enormes proporciones, mayores a las de Irak, y que pondrían poner en riesgo la estabilidad de la región. En el caso de Latinoamérica, Obama ha vuelto a aplicar la política del “buen vecino” y si bien, ha sido tibio en los casos de Honduras y Paraguay, donde se han dado destituciones de los presidentes en turno, por grupos oligárquicos, la situación responde más a una situación local, que a una política que EEUU imponía en la región en gran parte del siglo XX, en donde los golpes de estado, eran alentados y en ocasiones, financiados por éste.

¿Qué cabe esperar con Mitt Romney? Una vuelta a la política dura en el contexto internacional y una retórica populista para hacer pasar los estragos de la economía estadounidense. Una de sus principales propuestas es echar abajo la acción de gobierno de seguridad social, aunque no toda, como él ha dicho, pero sí,  principalmente, hacer que el Estado deje de garantizar este derecho a la personas que no pueden adquirir un seguro privado. En el contexto internacional, Romney, maneja una retórica incendiaria en contra de Irán, Corea del Norte y Venezuela, lo que abre la posibilidad –aunque remota- de una nueva confrontación militar y el debilitamiento de los organismos internacionales como la ONU. En el caso de los hispanos, Romney no se distingue mucho en el discurso de lo que Obama propone, aunque en realidad el partido republicano, ha tenido mayores reticencias a esta, y ha tomado medidas discriminatorias y violatorias de derechos humanos en contra de los migrantes. Obama, es ambivalente por un lado toma acciones que permitan que miles de jóvenes latinos inmigrantes no sean deportados, pero por otro lado se continúan con las deportaciones de manera más velada.

Con Obama, se deja mucho que desear, pero al hacer una breve evaluación de sus acciones y un contraste con el candidato del partido republicano, es preferible para el contexto internacional la continuidad de éste. Los estadounidenses tendrán que mirar si para sus intereses les conviene la continuidad o un cambio. Y si bien, los desaciertos de Romney, ponen a Obama en un segundo mandato, aún queda un mes y cualquier error o acierto lo puede definir.