25 de noviembre de 2012

El entramado complejo de las campañas electorales: El caso Estados Unidos, II


En lo que respecta a la publicidad durante las campañas electorales, el número de anuncios transmitidos fue más de un millón de spots en televisión y se gastaron más de mil millones de dólares en estos. Estas cifras superaron en un 40% a la publicidad difundida en las elecciones presidenciales de 2008, de acuerdo a un estudio del Centro de Política Responsable de los EEUU, donde entonces Obama ganó con amplia ventaja. De tal modo, que el peso que tiene la publicidad en televisión sigue siendo un factor fundamental a la hora de una elección. Si bien la web y las redes sociales han empezado a figurar como un espacio para el bombardeo de publicidad, las campañas políticas tienen un nicho propio, la televisión. Ambos candidatos sabían que si dejaban de figurar en televisión y optaban por otros medios para promocionarse, era un suicidio político. La televisión y la radio seguirán figurando durante unas décadas más como el principal espacio en donde se invertirá en campañas políticas. 

Es así que para que pudieran llevar a cabo sus campañas de esta manera, tenían que contar con recursos suficientes para financiar su publicidad, lo que nos lleva a analizar un tercer factor que describe parte del financiamiento del sistema electoral EEUU, y la forma en que las corporaciones hacen sus apuestas. 

Según las estimaciones del Centro de Políticas Responsables, señalo que hasta el 31 de Octubre, las elecciones habían tenido un costo alrededor de los 6 billones de dólares. Si bien en el sistema electoral de los EEUU existe el financiamiento público para las campañas políticas, por cada peso que se recaude, los candidatos optaron por sólo recurrir al financiamiento privado. De acuerdo con el Centro, la procedencia de los fondos para las campañas en el caso de Obama y Romney se diferenciaron en gran medida, dado que el primero reunió una gran parte de sus fondos a través de hogares y pequeñas donaciones de menos de $200 dólares reuniendo $214.3 millones de dólares para su campaña, en tanto Romney solamente obtuvo $70.8 millones para su campaña en aportaciones menores de $200. De tal modo, que el 30% de las donaciones a Obama fueron hechas por pequeños contribuyentes, 3 veces superior a lo recaudado por Romney. En cambio, el gran apoyo financiero provino de los grandes contribuyentes, según el Centro, dando 40 donantes más de $200 millones para la campaña del republicano a la presidencia, obteniendo Romney 4.5 veces más dinero de donadores individuales mayores que de donadores pequeños. Por otra parte, Obama también obtuvo una gran ayuda por parte de contribuyentes poderosos que reunieron al menos $180 millones para apoyar al mandatario en su reelección. 



Lo anterior nos describe dos aspectos importantes. El primero es el diseño de una estrategia de financiamiento para una campaña política, Obama logró generar una exitosa recaudación de fondos a través de pequeñas contribuciones que iban desde los $20 dólares hasta los $200, ampliando con esto la base recaudatoria de financiamiento político. Sin duda que el carisma y la simpatía que ha tenido el mandatario son factores que han generado diferentes muestras de apoyo, incluido el económico, sin embargo, una campaña que permite a las personas que simpatizan con algún candidato, que no poseen grandes ingresos, hacer aportaciones a la campaña, eleva y amplia el nivel de apoyo y compromiso hacia el candidato. El uso efectivo de las redes sociales, el correo y diversos medios para solicitar el apoyo económico, para promover una aportación de $20 dólares para ayudar en la campaña política del candidato demócrata, incrementó enormemente el financiamiento, de tal modo que Barack Obama recaudó poco más de $632 millones de dólares, mientras que la del republicano Mitt Romney había obtenido algo más de $389 millones. 



El segundo aspecto importante a describir es, la forma en que las grandes corporaciones o empresarios financian las campañas políticas, como se puede observar ambos candidatos obtuvieron la misma cantidad por parte de los grandes contribuyentes, ligeramente arriba Romney. Aunque podía observarse que ciertos magnates apostaban por la llegada del candidato republicano, no hubo una generalización de esto, más bien la forma en la que operan las corporaciones, es hacer aportaciones similares a candidatos que estén en posibilidades de ganar la presidencia, ya que independientemente de quien llegue a la presidencia, se tendrá que recompensar la ayuda económica, de esta manera las corporaciones evitan confrontaciones políticas y se dedican a hacer negocios sin distingo partidario. Cabe aclarar que las leyes electorales de EEUU impiden a las compañías hacer donaciones directas a algún candidato, pero esto es sólo una mera formalidad legal, que en los hechos no se cumple, ya que al hacer una aportación a nombre de una persona que representa a determinada corporación, se sabe de antemano que se hace por parte de ésta. Sin embargo, si establecen un tope máximo de aportación de $2,500 dólares por persona. 

Otro elemento importante es la forma en cómo se hizo que se llegaran a más de un millón de anuncios en televisión, y es aquí donde jugaron un papel crucial los llamados “SuperPAC”, Comités de Acción Política (PAC por sus siglas en inglés), comités políticos que puedan estar constituidos y administrados por corporaciones, sindicatos, organizaciones de me membresía o asociaciones de profesiones. Estos se registran en la Comisión Federal de Elecciones con el propósito específico de recaudar fondos para contratar publicidad a favor de algún candidato o en contra. Como señalamos anteriormente, las leyes electorales impiden a las compañías hacer aportaciones directas a los candidatos, sin embargo, si lo pueden hacer a través de los PAC, sin tope de aportación. Tan sólo estos llamados "superPAC", lograron recaudar alrededor de 490 millones de dólares entre ambos candidatos, dedicados a la compra de espacios en medios electrónicos, principalmente radio y televisión, con el fin de apoyar o denostar a algún candidato. Aunque ha sido cuestionado el proceder los PAC, por una parte debido al peso que tienen las grandes compañías en el financiamiento de las campañas políticas, y por otro lado porque han sido utilizadas en su mayoría para financiar campañas negativas en contra de algún candidato, siguen vigentes y en 2010, el Tribunal Supremo de los EEUU, en un falló controvertido señaló que las grandes corporaciones tienen derechos como cualquier otra persona, y que por lo tanto no se les puede limitar su derecho a aportar recursos a favor de un candidato a través de la compra de publicidad, ya que con ello se estaría limitando su derecho a expresarse. En este caso Obama tuvo ocho "superPAC" y cinco en contra, mientras que Romney tuvo once en su favor y siete que se movilizaron contra él. El peso que toman los PAC es cada vez más relevante, no sólo por la cantidad de dinero que se puede recaudar para contratar publicidad, sino además porque incrementa la capacidad organizativa de determinados grupos que están en contra o a favor de determinado grupo, dándoles una capacidad de incidencia realmente importante, y en donde el día de las elecciones ya no depende tan sólo de la voluntad popular, sino en gran medida de las capacidades que los partidos y candidatos lograron aglutinar, organizar y recaudar financiamiento para las elecciones. Pero también define el rumbo de la publicidad política, la cual se vuelve cada vez más agresiva, negativa e incluso en ocasiones puede llegar a ser difamatoria. Sin embargo, no se ve que en el caso de los EEUU, pretenda regularse el contenido de las campañas negativas, ambos tanto el partido republicano como el demócrata hacen uso de este tipo de publicidad. 



Por último, es importante analizar el peso que tienen los diversos grupos migrantes y de ultraderecha, que han tenido un nivel de organización y de presencia importante en las más recientes campañas electorales. 

En el caso de los grupos migrantes, los hispanos son los que tiene mayor relevancia tanto demográfica como política en los EEUU. El tema de la reforma migratoria, las deportaciones masivas (iniciadas durante el gobierno de George W. Bush, y que han continuado en menor escala con Obama), así como el hecho de que varias entidades de Estados Unidos hayan promulgado leyes contra los indocumentados que en su mayoría facultan a la policía para cuestionar el estatus migratorio de cualquier persona, así como imponer sanciones a empleadores que contraten a inmigrantes, han hecho que la comunidad hispana se movilice y se organice para exigir tanto la legalización de su estatus migratoria, como el respeto de sus derechos humanos por parte de las autoridades estadounidenses. Tal ha sido el peso tanto demográfico y político que han tomado estas comunidades, que parte de las campañas en determinados estados se transmiten en español, asimismo, ambos candidatos acudieron a un encuentro organizado por el canal Univisión, para hablar con periodistas y parte de la comunidad latina. No hay otro grupo racial o cultural, que tenga tal visibilidad como los hispanos, en las recientes campañas electorales de los EEUU. 



Los otros grupos son los de extrema derecha en EEUU, entre estos destaca el denominado Tea Party. No son como tal un grupo o partido organizado con base jerárquica, más bien son varios miles de grupos repartidos en todo el país, que son una mezcla incolora de ideas y objetivos, pero que tienen como denominador común, reducción del gasto público, pocos impuestos y un respeto irrestricto a los derechos reconocidos en la Constitución. Este se hizo presente en la vida pública después de la llegada de Obama, pero que se inició desde la administración Bush, a raíz de la debacle económica, y que tuvo como candidata a la vicepresidencia a Sarah Palin por parte de los republicanos. Comenzaron a tomar fuerza debido a las consecuencias de la crisis económica, ya que se oponen al alza de impuestos, al rescate de bancos y al incremento del gasto público, y que se opusieron a las medidas de protección universal de salud que implementó Obama. Este grupo tuvo en estas elecciones su candidato, Paul Ryan, como candidato a la vicepresidencia. Manejando un discurso agresivo en contra de los derechos de los migrantes, de las mujeres, en particular, el aborto, así como los derechos lésbico-gais, entre otros. Asimismo, plantean que el Estado debe de intervenir lo menos posible en la vida económica y social, dejándolo al vaivén del mercado y de “la supervivencia del más fuerte”. En el plano internacional, consideran que cualquier amenaza a la seguridad y poderío estadounidense debe ser eliminada, Irán, Palestina, Hugo Chávez, China, etc.



Aunque ha habido mejorías de la economía estadounidense y de que se han paleado en cierta medida las consecuencias sociales de la crisis, durante la administración de Obama, aún persiste el alto porcentaje de desempleados y desigualdad económica y social, lo que hace que ciertos grupos de extrema derecha, tomen importancia, tal como sucede en Europa y de manera preocupante en Grecia, en donde un partido neonazi, ha alcanzado un número importante de escaños, y han tomado funciones que sólo el Estado puede realizar, como el tema migratorio y de asistencia social. Estos grupos y el discurso que han puesto en la esfera pública, hace que hasta cierto grado, los partidos o candidatos puedan proponer medidas que puedan violentar los derechos de determinados grupos. Es así que Obama y Romney tuvieron que hacer equilibrismo en sus discursos y debates, para tratar de tocar los diferentes puntos del espectro social y político del país. 

Por último, ¿dónde estuvo el peso de la economía, de los Occupy Wall Street, de los sindicatos, entre muchos otros? En el caso del empleo y la crisis económica, siempre estuvo presente, en todo momento, sólo que durante las campañas electorales, comenzaron a moverse otros factores que fueron determinantes, como los dichos por los candidatos, las figuras que proyectaban, cuánto dinero tenían para difundir sus promocionales en contra o a favor de determinado candidato, así como los grupos con mayor peso político en la esfera, en el caso de los hispanos debido a su densidad demográfica, pero también a su capacidad organizativa y política, en el caso del Tea Party, se debe más a su discurso agresivo y el contexto económico, así como a la influencia que han tenido en el Partido Republicano para ir colocando a sus figuras. Los otros grupos como los de Occupy y los sindicatos, no fueron visibles, aunque un análisis más pormenorizado podría reflejar en qué medida jugaron un papel crucial, pero al menos en el discurso de las campañas electorales, estos grupos no figuraron. 

Me parece que fue más complejo el proceso de las campañas electorales, que los factores que aquí sólo apunto, pero desde mi perspectiva estos factores se hicieron relevantes durante las campañas, y tuvieron un peso determinante en la forma en cómo fue evolucionando este proceso. Quizás con un poco más de distancia y análisis, podamos encontrar otros elementos que nos ayuden a desentrañar, el peso específico que cada factor aquí señalado tuvo en las campañas electorales, pero a tan corta distancia, los factores aquí señalados fueron sustancialmente visibles. 

Páginas consultadas:

22 de noviembre de 2012

El entramado complejo de las campañas electorales: El caso Estados Unidos, I


En este artículo pretendemos analizar cuáles son los diversos factores que juegan un papel fundamental en las campañas electorales y, que pueden ser determinantes para definir a un ganador y perdedor. Para ello analizaremos las recientes elecciones presidenciales en EEUU, en donde resultó reelecto Barack Obama para otros cuatro años en la presidencia.

Para adentrarnos en el estudio de este caso, vale la pena primero revisar cómo está diseñado el sistema electoral de los EEUU, para la elección de Presidente, ya que funciona de manera diferente a la mayoría de los sistemas electorales conocidos en América Latina, ya que quien gana no es quien tiene el mayoría del voto popular sino la mayoría de delegados y votos del Colegio Electoral.

En cada elección presidencial de los EEUU se conforma un Colegio Electoral, el cual se integra por 538 delegados que equivalen al número de legisladores del Congreso, donde 435 provienen de la Cámara de Representantes, 100 del Senado (dos por cada uno de los 50 estados) y tres por el Distrito de Columbia (Washington, D.C.). Este diseño se configuró desde la fundación de los EEUU, y ha mantenido su esencia; el objetivo es que haya un contrapeso entre la elección por parte del Congreso y del voto popular. 

La forma en que opera este Colegio Electoral es la siguiente, los delegados que forman parte de este Colegio son votados por los ciudadanos, estos 538 delegados en el mes de diciembre “eligen” al presidente de los EEUU. Los delegados son postulados por los propios partidos de tal modo que al ser elegidos se comprometen a dar su voto por el candidato triunfador. En las papeletas, cada candidato a presidente lleva adjunto el nombre de su vicepresidente y el partido político al que pertenece. Pero estos votos no eligen de momento al presidente, sino que eligen en bloque a los “compromisarios” o delegados de esta opción política que irán después al Colegio Electoral. De tal modo, que los ciudadanos de cada uno de los estados eligen a una planilla de electorales que estén comprometidos con algunos de los diferentes candidatos a la presidencia. El candidato que obtenga el mayor número de votos se lleva la totalidad de la planilla, es decir, que si en un estado hay 59 votos electorales, y un candidato obtiene 29 se lleva, los 59 votos.



Los estados claves para conseguir el número de votos que garantice la victoria en el Colegio Electoral son: California (55), Texas (38), Nueva York (29), Florida (29), Pensilvania (20), Illinois (20), Ohio (18), Míchigan (16), Georgia (16), Nueva Jersey (14), Washington (12) y Distrito de Columbia (3), con estos estados se consigue los 270 votos electorales necesarios para ganar la presidencia. De tal modo, que los candidatos se concentran en los estados que tiene mayor número de votos electorales y que no están definidos por algún partido, como si sucede con algunos estados como el de Nueva York que tiende siempre a votar por el partido demócrata. Cabe añadir, que cada estado tiene su propia legislación electoral, de tal modo que no tienen un órgano que centralice las funciones de organizar y vigilar el proceso electoral. 

Ya constituido este Colegio Electoral, se reúnen en las sedes del poder legislativo de cada estado o en otros lugares designados, a mediados de diciembre y eligen a su vez a la fórmula que tendrá a su cargo el gobierno de EEUU, sin embargo, el ejercicio de este órgano suele ser un mero formalismo, ya que se sabe de antemano que los resultados obtenidos el día de las elecciones simplemente se refrendarán. Por otro lado, esto hace que el voto popular quede en segundo plano en muchas ocasiones, ya que varios presidentes de EEUU no han obtenido la mayoría en el sufragio popular pero si el del Colegio Electoral, el caso más reciente y polémico fue la elección de George W. Bush en el año 2000. 

Factores presentes en el proceso electoral de los EEUU: la figura presidencial, el financiamiento, el gasto en publicidad y los grupos organizados 

El primer debate por la elección a la presidencia en EEUU, dejó ver claramente lo importante que es para los electores la figura presidencial, del Jefe de Estado, al ver a un Barack Obama, apático y amable frente a su contrincante duro y puntual, hizo que las encuestas cambiarán sustancialmente. Los tropiezos que había tenido Mitt Romney durante la campaña, pusieron en una ventaja cómoda a B. Obama, sin embargo, el primer debate expuso ciertas deficiencias del candidato demócrata, a tal grado que lo que se tenía asegurado se puso en riesgo. 

En medio de un contexto de crisis económica, de amenazas a la seguridad regional en Medio Oriente, con el caso de Irán y la muerte del Embajador en Libia, los electores estadounidenses buscaban una figura que tuviera un carácter fuerte, aguerrido e incluso agresivo, para hacer frente a tales riesgos. El peso del régimen presidencialista de los EEUU y su poder como potencia mundial, hace que la figura del presidente tome mayor relevancia, aunado a que la historia de los diferentes presidentes ha mostrado cómo han reaccionado los electores estadounidenses, tal como el caso de Jimmy Carter, que se le vio como un hombre falto de carácter e incapaz de hacer frente a los conflictos internacionales. 

Cabe anotar, que en la mayoría de las ocasiones, frente a una grave crisis económica o social, las sociedades tienden a buscar o elegir a alguien que señale y enjuicie al responsable de dicha situación (los adinerados, los inmigrantes, los países vistos como colonialistas, alguna comunidad o religión, entre otras), y que a su vez generé un sentimiento de seguridad, frente a las amenazas internas o externas. 

De tal modo que el papel que juega la imagen que se pretenda reflejar al electorado en términos del contexto e ideario, es fundamental para definir una elección. Es así que Romney al mostrarse más agresivo frente a su contrincante, y hacerse pasar por más asertivo frente a la impericia del otro candidato, incidió en que el electorado modificará la tendencia favorable hacia Obama. No por nada, en los debates consecuentes se vio a un Obama más agresivo y hasta un poco fanfarrón. Pero era claro, que esa era la figura que el electorado quería ver en un Jefe de Estado. Asimismo, el huracán Sandy se convirtió en una oportunidad en la campaña de Obama, ya que le permitió el escenario para reflejar la capacidad que tenía como jefe de Estado para hacer frente a una crisis, -en este caso un desastre natural. El presidente lo sabía y lo supo utilizar a su favor, sin evidenciar de manera cínica que estaba haciendo campaña con la catástrofe provocada por Sandy. De tal modo, que pudo restituir en gran medida esa figura de jefe de Estado, frente a la actitud apática y “débil” del primer debate.

30 de octubre de 2012

El puritanismo ideológico de los movimientos sociales


Lo sucedo con Antonio Attolini, en donde se le “linchó” en las redes sociales y en parte de la opinión pública, por su decisión de integrarse a una mesa de análisis en FOROtv de la empresa Televisa, nos hace revisar hasta donde los movimientos sociales terminar por ser monolíticos, dogmáticos y poco abiertos a la diferencia.
Haremos un breve análisis de los movimientos sociales más recientes, el de López Obrador, el Movimiento por la Paz con Justicia yDignidad y el #YoSoy132. Cada uno de estos, desafortunadamente, han tenido como denominador común, en algún momento de su vida, un puritanismo en sus ideas.

Antes de iniciar el análisis, es importante comprender qué es un movimiento social. Zemelman en un artículo “Movimientos sociales, acción e identidad” publicado en la revista Zona Abierta define los movimientos sociales como “los proyectos que apoyan e impulsan los diferentes sujetos sociales que coexisten en la sociedad.” A partir de esta definición, podemos señalar que un movimiento social es todo aquel proyecto que es construido, compartido e impulsado por diversos actores de la sociedad, aglutinando diversas perspectivas en torno a un mismo objetivo; el cual se detona a raíz de un hecho que conmueve y afecta (o que se siente afectada) a una parte importante de la sociedad.

Los resultados de las elecciones presidenciales del año 2006, hicieron que el descontento de un candidato y de los partidos que lo postularon -alegando la probabilidad de un fraude electoral-, trascendiera del ambiente institucional, trasminándose este descontento hacia una parte importante de la sociedad. Asimismo, la figura carismática de López Obrador hizo que la exigencia del recuento del total de los votos, se convirtiera en una exigencia social. Partidos políticos, académicos, organizaciones civiles y algunos medios de comunicación se unieron a la exigencia del recuento total de los votos. Durante los primeros dos años, se logró mantener la fuerza y la cohesión de este movimiento, sin embargo, se dieron posiciones dogmáticas y poco plurales al interior del movimiento que fueron mermando la capacidad y el número de actores que lo habían apoyado.

Uno de estos factores de disidencia y de poca apertura, fue el de no reconocer al presidente electo, ni tener algún tipo de interlocución con el partido ganador. La palabra “negociación” se convirtió en sinónimo de “traición”. De tal modo, que todo aquel que aceptará sentarse a negociar con el presidente de la República o con el Partido Acción Nacional (PAN) eran traidores al movimiento. Uno de los momentos negros a recordar sobre esto, fue la crítica agresiva que se hizo de la figura Cuauhtémoc Cárdenas, por aceptar presidir el “Comité Organizador del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana” que le ofreció el presidente Vicente Fox. La forma en cómo se le maltrato por parte de sus correligionarios del partido y simpatizantes de López Obrador, hizo que el renunciará a presidir dicho comité. La renuncia no sólo significó la ausencia de tener unos festejos memorables y de hacer un llamado a la unidad nacional, sino que además representó la forma en cómo serían tratados todos aquellos que no estuvieran de acuerdo con los postulados de ese movimiento, o que decidieran tener algún tipo de relación con los que se habían “robado” la elección, serían llamados traidores.



Esta misma postura hizo que dicho movimiento social perdiera su capacidad de efectividad y de generar mayor consenso entre diversos actores. El rechazo a hacer coaliciones electorales entre el PAN y el PRD para elecciones para gobernador en los estados, hizo que el PRI capitalizara esto y por consecuencia significó el debilitamiento electoral del partido. El mantenerse en la lógica de llamar “espurio” al presidente electo y no salir del discurso del robo de la elección, hizo que varios simpatizantes de López Obrador y del movimiento, dejarán de apoyar.


En el caso del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), más que tener una posición ideológica excluyente de adentro hacia afuera, más bien fue a la inversa. El asesinato del hijo del periodista y poeta Javier Sicilia hizo que surgiera un movimiento que diera voz a las diversas víctimas anónimas producto de una guerra contra el narcotráfico, además de hacer posible de cuestionar la estrategia de seguridad seguida por el presidente Calderón. Sin embargo, el hecho de que Javier Sicilia, decidiera abrazar y besar a diferentes figuras del ámbito político, hizo que le cayeron una serie de críticas mordaces y duras, sobre esta actitud.

 Sicilia llamaba en los mítines públicos y marchas a no hacer expresiones de denuesto o de odio en contra de autoridades o figuras políticas. Su discurso mantuvo una congruencia casi intachable, logrando que posiciones a veces tan opuestas como las que aglutina Enrique Krauze o la Jornada y Proceso, le dieran un apoyo irrestricto al movimiento. Sin embargo, a partir de los Diálogos de Chapultepec, en donde Javier Sicilia, -en un diálogo respetuoso pero fuerte, criticó la política de seguridad contra el crimen organizado-, abrazó y le entregó un rosario al presidente, hizo que cayeran cientos de críticas de diversas posiciones, tanto de sectores contrarios al movimiento como de quienes lo apoyaban (extrema se tangunt). Lo mismo pasó, cuando lo hizo con Manlio Fabio Beltrones y los candidatos a la presidencia de la república. Frases como “¿quién besa al asesino de su hijo?”, “con besos no se acaba la guerra”, estaban cargadas de resentimiento y de denostación en contra de Sicilia. En el fondo lo que se quería transmitir es que no se puede tener diálogo alguno con “el enemigo” o “el represor”, quien así lo haga se convierte, de nuevo, en traidor.



Un hecho más evidenció el puritanismo de aquellos que criticaban al MPJD. Las críticas que hizo Javier Sicilia, cara a cara, hacia López Obrador, lo convirtieron de nuevo, en un “vendido” y “traidor”. Aunque Sicilia fue igual de crítico con todos los candidatos -incluso mucho más con Enrique Peña Nieto-, los sectores que se enfurecieron por las críticas hechas a López Obrador, no vieron esto. Si bien en medio de una campaña electoral, las pasiones se desbordan a la hora de apoyar a algún candidato, actores que algún momento apoyaron al MPJD, se volvieron detractores de este al ver en la crítica a López Obrador, un “favor” a los opositores. El mensaje que se mandaba es “no se puede juzgar o criticar a alguien cuando esto implique favorecer al contrincante”, argumento similar al que se esgrimió durante la guerra fría, y con el cual se quiso acallar las voces críticas hacia la Unión Soviética o Cuba, porque esto implicaría hacerle un favor al imperialismo yanqui.

El movimiento #YoSoy132, surge a raíz de la forma en cómo las televisoras y algunos medios impresos, deciden dar cobertura a la visita de Enrique Peña Nieto, como candidato, a la Universidad Iberoamericana, Campus Ciudad de México. Cientos de jóvenes se sienten indignados por la cobertura informativa que hacen los principales medios (en particular contra Televisa), dando información parcial y sin mostrar la forma en cómo había sido repudiado el candidato del PRI por varios jóvenes de dicha universidad, lo que hace que estudiantes de diversas universidades privadas y públicas salgan a manifestarse y a generar un movimiento que llama a la democratización de los medios de comunicación en especial en el ámbito de la televisión. Logrando que la campaña tuviera un cariz diferente y que el tema de la competencia en los medios y las telecomunicaciones se pusiera como un tema prioritario en la agenda pública. No obstante, la intolerancia y la poca pluralidad también se hizo presente. Televisa se convirtió en el enemigo público de este movimiento, nada de tratos ni negociaciones con la televisora. Es así que el hecho de que Antonio Attolini, estudiante del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y una de las figuras más destacadas de este movimiento, decidiera unirse a un programa de análisis en el canal de FOROtv de Televisa, lo convirtieran en un “traidor” y “empleado de Televisa”. Si bien al formar parte de un programa de la televisora, puede poner en cuestión su posición crítica hacia la misma, eso no lo convierte en un oportunista o que haya traicionado las convicciones que sigue #YoSoy132, y que el comparte. Aunado a que, un movimiento social no puede depender de una persona, dado que eso lo hace vulnerable. Sin embargo, el hecho de que un miembro destacado de este movimiento haya decidido unirse a un programa de análisis, eso no lo convierte en un “arribista” como lo han llamado, más bien ayuda a que se genere un debate mucho más plural, en los medios que existen.



Al generarse una opinión pública, -dentro de la propia Televisa-, mucho más plural y favorable a la competencia en los medios de comunicación, favorece condiciones para que esto a futuro sea posible. Si alguien que tiene una posición crítica sobre determinado tema y tiene capacidad para argumentar y dialogar, se excluye del ámbito público, es absurdo. Quienes desean mantenerse en el anonimato de las marchas por permanecer  fieles a sus posiciones, me parece adecuado, pero no por eso descalifica a aquellos que desean que esas mismas posiciones puedan llegar a más audiencia y que vayan permeando en la población. El diálogo y el debate enriquecen la vida pública, los soliloquios y el ostracismo, la empobrecen. Las ideas críticas por sí mismas no son inamovibles, si lo son se convierten en dogma.

Los movimientos sociales que logran sus objetivos a largo plazo son aquellos que se mantienen abiertos, que incorporan a diversos sectores de la población (ya que en eso radica su fortaleza) y que generan debate entre posiciones contrarias. El puritanismo ideológico en que en ocasiones caen estos movimientos, los puede hacer cavar su propia tumba. Habría que pensar, qué tanto estamos dispuestos a perder por mantener una idea o posición intransigente, o por convertir a aquellos que disienten de nosotros en “traidores”.

17 de octubre de 2012

Venezuela entre el caudillismo y la democracia

El pasado 7 de octubre, Venezuela vivió la consumación de uno de los procesos electorales más álgidos de la historia reciente.
La contienda entre Henrique Capriles y Hugo Chávez, polarizó férreamente a la sociedad y contrario a lo que se esperaba, del posible desconocimiento de los resultados electorales por parte del opositor del actual presidente, no fue así, Capriles reconoció que los resultados daban como ganador a Chávez, además de felicitarlo, lo exhortó a que gobernara tanto para aquellos que habían votado por él, como por los que no lo habían hecho. Por otra parte, contrario a su retórica desdeñosa de Chávez -por el refrendo de su poder vía las elecciones-, éste dio muestras de mesura y también de reconocimiento a su contendiente, así como los votantes de este candidato. Pero ¿qué pasa en Venezuela, no se nos decía que vivía una frágil democracia?, ¿dónde están los posibles enfrentamientos que devendrían del proceso electoral? Si el presidente Hugo Chávez ha puesto en declive a la democracia venezolana, ¿por qué los opositores siguen reconociendo los procesos democráticos como vía para alcanzar el poder? No hay respuestas únicas a estas preguntas, cada una requiere de relacionar diversos factores y hacer algunos matices.

Para analizar los procesos electorales en Venezuela y medir la solidez de su democracia, son varios elementos que hay que tomar en cuenta, el principal, el presidente Hugo Chávez, seguido de su relación con los medios de comunicación, así del diseño actual de las instituciones electorales y por último, los opositores.
Hugo Chávez, ha venido a representar a uno de los “modernos caudillistas” que han tomado un especial auge en Sudamérica, como Ecuador, Bolivia y Argentina. Estos modernos caudillistas, comparten rasgos con los prototipos de caudillos del siglo XIX y XX de Latinoamérica, donde el poder y el carisma se condensa en una sola persona; se maneja una retórica nacionalista de tintes marxistas o soviético; llevan a cabo una serie de reformas económicas y sociales para reconcentrar el poder en el Estado; focalizan la ayuda a los sectores más pobres, pero sustentado los programas o acciones en un dispendioso manejo de los recursos públicos. Con la gran diferencia que estos caudillos modernos, no buscan el ascenso y la continuidad en el poder vía la lucha armada, los golpes de estado, o el cese de las instituciones democráticas, sino que lo hacen a través de los propios cauces democráticos, pero con la intención de perpetuarse. Comparten la idea y la intención con los caudillos tradicionales, de que para que haya mejoras sociales y económicas de la población, ellos deben permanecer en el poder ad infinitum, un cariz sumamente antidemocrático.

Hugo Chávez, encaja bien en esta descripción de los “caudillos modernos”. Si bien, éste intentó arribar al poder, vía un golpe de estado desde el Ejército, el resultado fue infructuoso. Desde entonces comprendió que el contexto internacional y local, se había modificado sustancialmente. La “tercera ola” o la democratización de los países en América Latina, a finales del siglo XX, ha hecho improbable la vuelta a las dictaduras militares y los caudillismos. No obstante, Hugo Chávez, podría decirse que es el primer personaje político que ha hecho un equilibrio riesgoso entre caudillismo y democracia. Desde el fallido golpe de Estado en 2002, Chávez salió mucho más fortalecido y avispado para poder consolidar y darle continuidad a su mandato. Se percató fácilmente del poder de los medios de comunicación, en especial de las televisoras,  de tal modo, que no sólo  decidió quitar las concesiones a algunas empresas, sino que decidió convertirse en la principal estrella de un show, que ha durado catorce años, -y que es probable llegué a los veinte-, si es que su principal enemigo, el cáncer, no lo derrota antes. Ha hecho de sus programas como Aló Presidente y otros, un lugar en donde teatraliza el poder para un pueblo necesitado de atención, por la indolencia de varios gobiernos frente a la pobreza que ha azotado a gran parte de la población. Manda, fustiga a sus ministros, ordena decretos en favor de los más pobres, canta, llora y hasta evangeliza. Chávez ha hecho de su poder, una segunda vocación, la actuación.



Aunado al uso de los medios, como un segundo poder que lo reviste, Chávez ha utilizado los recursos públicos y el petróleo, para consolidar su figura en la región y en su país. Ha incrementado sin duda el número de universidades, ha generado un sinfín de programas para los más necesitados y ha hecho del petróleo un medio de cambio diplomático. Volvió a situar a Estados Unidos como el “imperio” del siglo XX, hizo de Bush -uno de los presidentes más impopulares en el mundo-, un escalón para subirse a la plataforma internacional y situarse en su país como uno de los adalides que defiende a la región del Goliat. La utilización de los medios de comunicación, el uso de los recursos públicos y el petróleo, y su retórica soviética le han generado dividendos, pero al parecer estos se han ido agotando, dado que su triunfo apenas obtuvo un poco más del total de la votación.

Si bien los altos índices de delincuencia, la corrupción y la enfermedad del presidente han mermado su influencia,  ha sido también el trabajo disciplinado de la oposición, en donde se mezclan diversas posiciones, tanto las golpistas como las democráticas, pero al final todo se ha hecho bajo los cauces electorales.

Antes de revisar qué ha pasado con la oposición, es importante hacer un alto en las instituciones electorales de Venezuela, para poder analizar en qué medida estás aún mantienen su solidez y autonomía, o han quedado bajo el manto del presidente. El Consejo Nacional Electoral de Venezuela, está reconocido como uno de los cinco poderes independientes del país, es decir, forma parte del equilibrio constitucional de la división de poderes, con lo cual le da un amplio margen de garantizar la transparencia e imparcialidad de las elecciones y a la vez, le dota de certeza y autonomía necesaria, frente a la tentación e intromisión de diversos poderes, tanto instituidos como fácticos. Esto en parte explica cómo es que la oposición a pesar de sus desventajas frente al poder de Chávez, no ha decidido desconocer los procesos electorales.

En lo que se refiere a la oposición al chavismo, ésta no había tenido tal fuerza, como en estas pasadas elecciones. El momentáneo golpe de Estado dado por algunos opositores, los sacó de inmediato del escenario público y su desprestigio fortaleció a Chávez. Sin embargo, las protestas estudiantiles que se dieron en 2007, hicieron resurgir a la oposición y una gran parte de la sociedad se percató de los riegos que un presidente concentrara tanto poder. Asimismo, éste fue evidenciando sus rasgos autoritarios al descalificar a los estudiantes, como manipulados, y defensores de corruptos y asesinos. Por otro lado, el rechazo a debatir con un grupo de intelectuales liberales, en particular con Vargas Llosa, fue desnudando fácilmente su persona. Todo esto hizo que la figura de Chávez, fuera perdiendo ese aura de “héroe patrio” que él se quiso labrar. Por su parte, los partidos opositores fueron ganando terreno en alcaldías de tal modo, que su poder electoral se fue consolidando. Es así que en estas elecciones, se concertó una coalición entre numerosos y variopintos partidos que se oponen al régimen de Chávez, seleccionando a Henrique Capriles, un candidato joven, profundamente religioso, pero con vocación democrática. Este personaje, de ascendencia judía y abogado, capitalizó el hartazgo frente a la corrupción y la delincuencia generalizada en el país, asimismo, inspiró una renovación democrática del país. Lamentablemente, no le alcanzó para derrotar a un Chávez debilitado en lo físico, pero aun concentrando gran parte del poder institucional y mediático.

El devenir político de Venezuela se augura, un Chávez que se ve mermado por el cáncer, un gobierno y un oficialismo debilitado por el cáncer de la corrupción y la acumulación excesiva de poder. Una nueva generación que se ha hecho presente en la vida política, una oposición más organizada y estratégica, frente al ostracismo propio e impuesto. Chávez no podrá perpetuarse, como él desea, y aunque muchos de sus partidarios, lo desearían, Venezuela tiene pocas posibilidades de volver a ese caudillismo tradicional o a una dictadura. Pronto veremos la vuelta a una democracia sin esquizofrenias, pero quizás este trance histórico no deje de tener secuelas negativas para gran parte de la población.

La situación política de este país es tan sui generis que hará a varios politólogos y sociólogos analizar cómo es que Venezuela pudo lidiar con el caudillismo y la democracia sin romper ese frágil equilibrio.

1 de octubre de 2012

Obama, el Imperio Democrático

A un mes de las elecciones en Estados Unidos (EEUU), vale la pena revisar lo más importante durante la gestión de Barack Obama y evaluar la conveniencia de la continuidad o la llegada de un republicano como Mitt Romney.


El arribo de Barack Obama, a la presidencia de EEUU hizo que despertará una serie de expectativas promisorias tanto al interior de este país como hacia el exterior. Una de las principales para el pueblo norteamericano, era acabar con la invasión en Irak, que estaba costando la vida de miles de soldados. Otra era la posibilidad de salir de una crisis económica, en la que se había sumido EEUU, a raíz de la especulación inmobiliaria y el déficit generado por el financiamiento de la guerra en Medio Oriente.  En el contexto internacional, se vislumbró la oportunidad de generar acuerdos multilaterales y una nueva solidez de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), después de haber quedado debilitada por las acciones durante el mandato de George W. Bush en EEUU.

Los resultados no han sido los que se esperaban, no obstante, vale revisar con más detenimiento cada uno de estos, para ver en qué medida Obama ha establecido una distancia como candidato y como presidente de una de las potencias más fuertes del mundo. En lo que se refiere a Irak, logró sacar a miles de soldados estadounidenses, y se consolidaron las incipientes fuerzas de seguridad y militares en ese país. Asimismo, logró generar consensos con diversas potencias en la región para hacer frente a la grave crisis que se presentaba en Afganistán. No obstante, los atentados terroristas han continuado en esos países, principalmente en Irak, aunque con altibajos. Por otra parte, se capturó y ejecutó a Osama Bin Laden, principal señalado en dirigir los atentados del 11-S en Nueva York, y en Europa. Sin embargo, esto no se hizo bajo los principios de la justicia internacional. Esto ha hecho que en el contexto internacional, Obama dejé un sabor amargo, ya que se esperaba que EEUU retomará los mínimos cauces legales del derecho internacional.

En lo que concierne a la crisis económica, que ha agobiado a los EEUU -y a gran parte de la Unión Europea-, las limitaciones son mucho mayores. Por un lado, ha tratado de sanear las finanzas, pero quizás con políticas impopulares –pero necesarias-, como el rescate financiero de varias instituciones financieras. Asimismo, trató de impulsar una reforma de salud, que dotará de seguridad social a millones de estadounidenses que carecen de ella, y que con la crisis económica dicha situación se ha agravado.  Es aquí donde ha mostrado su mayor debilidad, dado que el peso que tiene el  Partido Republicano, ha impedido que pueda llevarse a cabo de manera plena esta acción. Por otra parte, no ha habido grandes ideas sobre cómo reactivar la economía, el cambio del contexto económico, el incremento de la terciarización del trabajo y la emergencia de países industrializados, como Brasil, la India y China, hace imposible pensar en volver a aplicar un New Deal, aunado a que las condiciones que se presentaron con F. D. Roosevelt, son totalmente contrarias a nuestra realidad. El costo de no haber cumplido estas expectativas hizo que los republicanos ganarán la mayoría en el Congreso en 2010.



Mirando con cuidado, algunas de las acciones de Obama, se puede concluir primero, que las expectativas que generé un candidato para ganar un puesto de elección siempre serán mayores a las que pueda realizar; segundo, que si bien el presidente de los EEUU, continúa bajo la línea de poner sus intereses por encima de cualquier otro país, mide las consecuencias que esto podría acarrear.

Hillary Clinton, ha hecho uno de los mejores papeles como Secretaría de Estado, y aunque sigue habiendo en algunos casos una línea dura, casi siempre se trata de consensar antes de tomar una acción. En el caso de Irán e Israel, donde este último ha querido lanzar una ofensiva militar, debido a que señala que el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, está fabricando armas de destrucción masiva, EEUU lo ha contenido, lo mismo ha hecho con el caso de Corea del Norte. Ha tratado de negociar con China e incluso la propia Rusia, la contención de estos países, que posiblemente puedan tener en su poder estas armas. Evitando con ello que se produzca un conflicto bélico de enormes proporciones, mayores a las de Irak, y que pondrían poner en riesgo la estabilidad de la región. En el caso de Latinoamérica, Obama ha vuelto a aplicar la política del “buen vecino” y si bien, ha sido tibio en los casos de Honduras y Paraguay, donde se han dado destituciones de los presidentes en turno, por grupos oligárquicos, la situación responde más a una situación local, que a una política que EEUU imponía en la región en gran parte del siglo XX, en donde los golpes de estado, eran alentados y en ocasiones, financiados por éste.

¿Qué cabe esperar con Mitt Romney? Una vuelta a la política dura en el contexto internacional y una retórica populista para hacer pasar los estragos de la economía estadounidense. Una de sus principales propuestas es echar abajo la acción de gobierno de seguridad social, aunque no toda, como él ha dicho, pero sí,  principalmente, hacer que el Estado deje de garantizar este derecho a la personas que no pueden adquirir un seguro privado. En el contexto internacional, Romney, maneja una retórica incendiaria en contra de Irán, Corea del Norte y Venezuela, lo que abre la posibilidad –aunque remota- de una nueva confrontación militar y el debilitamiento de los organismos internacionales como la ONU. En el caso de los hispanos, Romney no se distingue mucho en el discurso de lo que Obama propone, aunque en realidad el partido republicano, ha tenido mayores reticencias a esta, y ha tomado medidas discriminatorias y violatorias de derechos humanos en contra de los migrantes. Obama, es ambivalente por un lado toma acciones que permitan que miles de jóvenes latinos inmigrantes no sean deportados, pero por otro lado se continúan con las deportaciones de manera más velada.

Con Obama, se deja mucho que desear, pero al hacer una breve evaluación de sus acciones y un contraste con el candidato del partido republicano, es preferible para el contexto internacional la continuidad de éste. Los estadounidenses tendrán que mirar si para sus intereses les conviene la continuidad o un cambio. Y si bien, los desaciertos de Romney, ponen a Obama en un segundo mandato, aún queda un mes y cualquier error o acierto lo puede definir.


18 de septiembre de 2012

La federalización fallida


La organización del sistema político-administrativo moderno en México estuvo pensada en construir un sistema federalista, de tal modo que cada estado contará con atribuciones gubernamentales, fiscales y administrativas, y se coordinará a su vez con el poder central. Esto con el fin por un lado de limitar la centralización del poder y por el otro generar una mayor efectividad en la administración y en el desarrollo local.

Lamentablemente, el caso mexicano es un caso fallido de federalización. El sistema que configuró el Partido Revolucionario Institucional (PRI), imposibilitó el desarrollo de este sistema de gobierno. Ya que por una parte, los conflictos regionales y las insurrecciones militares y civiles, que se presentaron después de concluida la revolución, requerían de un poder central fuerte que hiciera frente a este tipo de inestabilidades. Por otro lado, el temor real de perder hegemonía como partido gobernante frente a otros partidos que existían o surgían, como el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Comunista de México (PCM), entre otros, en los estados, hizo que limitará la competencia partidaria, limitando con ello la pluralidad política y a su vez la federalización.

Después de la alternancia en el poder en el 2000 con el PAN, se habló de la necesidad de una Reforma política, que concretará el anhelado proyecto de federalización del país. Pese a las iniciativas e impulsos que se quiso dar a esta Reforma, no prosperó. No obstante, los estados comenzaron a tener una libertad inimaginable, los gobernadores estatales liberados del peso del poder presidencial, decidieron hacer de sus estados un feudo. La mayoría controla sus congresos, las instituciones autónomas y es opaco en cuanto el manejo de sus cuentas. Los casos de Oaxaca, Puebla, Coahuila y Michoacán, son sólo la punta del iceberg, en cuanto al autoritarismo que impera, y la manera en que los gobernadores hacen del presupuesto público un patrimonio propio.



Este fenómeno se puede explicar por diversas circunstancias. El rechazo a la reforma política por una parte se debe principalmente a la oposición que ha tenido el PRI, ya que ello pondría en riesgo la hegemonía política que aún conservan en varios estados. En las recientes elecciones para gobernadores, el PRI sigue conservando nueve estados -Campeche, Coahuila, Colima, Durango, Estado de México, Hidalgo, Quintana Roo,  Tamaulipas y Veracruz-, en los cuales no ha habido alternancia. Estos estados representan un capital político y electoral que difícilmente el PRI querrá dejar ir.

Otro elemento que ha inhibido una reforma política a fondo en los estados, es la necesidad que ha tenido el PAN  de establecer acuerdos con el PRI, para sacar adelante reformas. Esto ha implicado ceder o relegar asuntos que tienen que ver con transparencia en los gobiernos, reelección de presidentes municipales y diputados. La falta de acuerdos entre el PAN y el PRD, ha hecho que el PRI se haya convertido en pieza clave para sacar adelante reformas que son prioritarias para el partido en el gobierno. Si bien, son  indispensables las negociaciones para sacar adelante ciertas iniciativas, tampoco ello debe significar mayores cotos de poder o de impunidad a gobernadores. Visto incluso desde una óptica pragmática, esto ha tenido costos tanto para el PAN como el PRD, en términos electorales, ya que de haber aprobado una reforma política, que diera mayor pluralidad política y rendición de cuentas en los estados, es probable que ellos hubieran alcanzado triunfos en alguno de los nueve estados que sigue gobernando el PRI.

Un tercer elemento que ha hecho que la reforma política no se trasmine a los estados, es la obsesión por el control del poder central. Si bien es cierto, que el autoritarismo presidencial es un lastre con el que todavía hay que lidiar, se han dado grandes avances en democratizar y limitar el poder presidencial. Aunque faltan algunos elementos por revisar, como el gasto en publicidad gubernamental y el uso de las fuerzas armadas, hoy día las limitantes al poder ejecutivo, hacen poco probable –aunque no imposible- una vuelta al autoritarismo. Frente a esto, hay una urgencia de limitar los poderes de los gobernadores, ya que en varios de estos estados, el autoritarismo sigue siendo el sello distintivo de la forma de gobernar. Hay que descentralizar nuestro análisis del poder presidencial.

Una federalización efectiva requiere de alternancia política, controles y transparencia en el manejo de los recursos, independencia de los poderes judiciales locales, autonomía de los institutos electorales, de derechos humanos y de transparencia. Pero hasta la fecha, no hay un solo estado que pueda cubrir estos requisitos. La democratización del país, hoy día requiere que se haga desde lo local.

Si bien las iniciativas que impulsa el gobierno electo en materia de transparencia y rendición de cuentas, son prioritarias, hay una mayor urgencia por impulsar reformas que limiten los poderes de los gobiernos estatales. El meollo del asunto se encuentra en lo local, y al parecer el PRI no está dispuesto a  impulsar la democratización de los estados, ya que para éste significaría su propia derrota. Es por ello que no extraña que lo “apantallante” de sus iniciativas, opaque iniciativas de mayor prioridad y que en la legislatura pasada en la Cámara de Diputados y Senadores, se discutieron, tales como la reelección de alcaldes y diputados.

El destrabe estará en el PRD y el PAN, pero ¿estarán dispuestos también a perder sus feudos? Y ¿qué hay de la sociedad civil en los estados? Por un parte, es exigua y con poco peso político, y por otra parte se encuentra haciendo frente a las consecuencias de una guerra, que les ha mermado energía y esperanza. Frente a este escenario, habrá que ver, que tanto está dispuesto a ceder el PRI a cambio de sus iniciativas, como la de la Reforma de Pemex y la Fiscal, ahí puede intercambiarse algo de sentido democrático.

30 de agosto de 2012

La larga transición


A unas horas que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJDF) declaré la validez de la elección presidencial, y que el próximo presidente de la República sea Enrique Peña Nieto, quedan demasiados cabos sueltos y una transición democrática que no ha concluido.

Después de asumir la presidencia Felipe Calderón, en medio de un aura de ilegitimidad, declaró que la transición democrática no podía ser interminable, señalando con ello que se había arribado a una plena democracia. Dicha declaración no fue única, ni la primera en este sentido sobre el proceso democrático del país, varios analistas y especialistas, expresaban la misma idea. Por una parte, esto tenía dos intenciones, darle mayor credibilidad a las instituciones y procesos electorales, y por otro lado, infundir en la población mayores valores democráticos, los cuales eran y siguen siendo incipientes.

No obstante, desde las elecciones del año 2000 a las elecciones presidenciales de este año, podríamos decir que dicha expresión de que México ha arribado a una plena democracia, aún no puede ser declarada como válida del todo. El país se encuentra en una larga transición que quizás acabará de afinarse en las dos próximas elecciones presidenciales, debido a que hay una serie de pendientes que no permiten una consolidación clara de la democracia.

Dos puntos son fundamentales para señalar esto. El primero es el rebase de los topes de campaña. En las elecciones del año 2000, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN), se demostró en los casos Amigos de Fox y el Pemexgate, que ambos partidos rebasaron los topes de campaña de manera exorbitante, tanto que generaron multas onerosas por parte del Instituto Federal Electoral (IFE) hacia estos dos partidos. En la reciente elección hay señales de que esto sucedió de nueva cuenta con el PRI, pero tal situación no se podrá conocer con certeza hasta el 2013, cuando el IFE esté obligado a presentar si hubo o no rebase del tope de campañas, así como dinero ilícito que financió la campaña de este partido. Tanto en las elecciones del año 2000 como en éstas, no se afectará el sentido del resultado de las votaciones ni lo declarado por el TEPJF, de tal modo que el partido que ocupe el cargo tendrá derecho a mantener la presidencia, a pesar de que la manera en cómo se financió su arribó haya sido de manera ilegal.



Este uno de los elementos de mayor importancia, dado que los partidos están dispuestos a pagar una multa por millonaria que sea, a cambio de la Presidencia. Esta no es una sanción sino un incentivo para cometer acciones ilícitas. No obstante, el riesgo es mucho mayor, ya que el dinero que puede provenir para financiar las campañas, no sólo puede venir de empresarios que invierten a cambio de favores económicos o políticos, sino también éste puede venir del crimen organizado. En el caso de “Amigos de Fox”, asociación que se creó para recabar y financiar la campaña del candidato panista en el año 2000, se tienen indicios de que parte de este dinero proviene del Narcotráfico, tal como lo señala Sergio González, en su libro Huesos en el desierto.

El riesgo se ha convertido en una amenaza real en los estados de la República Mexicana, tal es el caso de ex gobernadores (M. Villanueva, N. Agúndez y T. Yarrington), que actualmente están siendo buscados o procesados por el narcotráfico, así como aquellos que han quedado en impunidad, como el de Sergio Estrada Cagijal en Morelos, Fidel Herrera en Veracruz. Estos casos muestran la fragilidad del sistema democrático en controlar el recurso que proviene del crimen organizado hacia las campañas electorales. En la mayoría de los casos, un candidato que no cuente con dinero, por más carismático que éste sea, no puede ganar. Por tal motivo, dentro de las reformas electorales que se hicieron en 1997, se decidió que para que una campaña sea equitativa, todos los partidos deben de contar con presupuesto, en su mayoría público, para así equilibrar lo que puedan recabar de particulares. Si bien es cierto, que el presupuesto que tengan dependerá de los votos obtenidos, el diseño de financiamiento es en esencia equitativo. Pero a pesar de esto, los partidos han violentado este principio al rebasar los topes de campaña, debido a que no hay una sanción mayor que los inhiba a cometer éste tipo de ilícitos, tal como invalidar la elección.

El segundo elemento de mayor importancia, en este proceso de transición democrática, debe ser lo que se denomina como “compra” y coacción del voto. En donde los partidos o los gobiernos estatales hacen uso de recursos públicos, condicionando bienes o servicios a cambio de votar de determinada forma. Este tipo de conducta fue y sigue siendo típica del PRI, sin embargo, hoy día se ha generalizado, los diferentes partidos, hacen uso de los programas o de bienes, para “orientar” o coaccionar el voto de las personas. La Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), se creó con el fin de que este tipo de conductas fueran perseguidas y castigadas por la Procuraduría General de la República (PGR), pese a esto, dicha Fiscalía se ha convertido en un apéndice del sistema electoral y de procuración de justicia, ya que ni ha contado con los recursos para su profesionalización y la infraestructura, ni tampoco ha actuado a cabalidad como se le mandata.

La FEPADE, aún tiene limitada sus facultades, debido a que un órgano que depende de la PGR, y ésta a su vez del Ejecutivo, él cual puede influir fácilmente en las decisiones de esta dependencia. A pesar de las limitaciones, la Fiscalía tiene funciones que le permitirían perseguir los delitos electorales, no obstante, su actuación ha sido omisa y timorata. Las elecciones de este año, reflejan la mínima capacidad que tiene la FEPADE para inhibir y perseguir los delitos electorales, tales como el uso de recursos públicos o privados para influir o coaccionar a los votantes.

De lo anterior, se desprende que para consolidar nuestra democracia, se deben modificar las leyes y normas electorales, para que este tipo de conductas antes descritas, se reduzcan y se castiguen. En el caso del rebase de topes de campaña, se debe elevar la sanción, si se demuestra que el rebase de tope de campañas hizo inequitativa la contienda, se deben invalidar las elecciones. Esto desincentivaría a aquellos actores que quisieran hacer uso de recursos ilícitos o más allá de lo permitido. En el caso de la coacción del voto a través de recursos públicos, se requiere que haya mayor transparencia sobre los programas y presupuesto, y a su vez, la FEPADE debe contar con mayor presupuesto y facultades para perseguir este delito, ya sea convirtiéndolo en un órgano desconcentrado o autónomo de la PGR, lo ideal sería dotar de autonomía a la FEPADE, para que no dependa de los intereses del Ejecutivo o del propio titular de la PGR.

En la medida en que sean atendibles este tipo de deficiencias del sistema electoral y de procuración de justicia, podríamos decir que la transición democrática pasaría a convertirse sólo, en un “perfeccionamiento” del sistema democrático. En una democracia consolidada, este tipo de prácticas no existen, y si las hay, son perseguidas y castigadas con dureza. En México este tipo de prácticas son común denominador en las campañas electorales. Habrá que ver de qué tamaño es la voluntad política de los actores políticos, para arribar plenamente a un sistema democrático.

22 de agosto de 2012

El ideario del descontento


Todas las afrentas, todos los lemas, todos los rostros caben en el ideario del descontento. No importa que estos se contravengan, lo que importa es que se está inconforme contra un ente culpable y verdugo de todos los males.

Es el descontento contra “el sistema”, “los medios”, “el Gobierno”, “el capitalismo”, “el fraude”, “la imposición”, etc., todo cabe siempre y cuando no quepa en el lado de la inconformidad. La movilización, la protesta, las “masas”, se erigen como tribunal que establece el lindero entre el bien y el mal, entre el libertador y el opresor.

Pero el enemigo, los enemigos, se transmutan, se redimen; dejan de ser los opresores o traidores para convertirse en los aliados, y en un momento se anula la memoria. Porque el descontento acoge todo lo que le sirva para defender su causa -¿cuál? La que ellos dicten-.

El descontento desconfía de la crítica adversa, de la crítica que se dirige contra ellos. Es vista como la ideología del sistema, quienes la profieren, son los “intelectuales orgánicos”. Se dicta sentencia inculpatoria, la crítica se exilia, se le manda a la picota del insulto.

La unión entre miles de voces discordantes pero unidas contra Otro “perverso”, las diluye. La “causa” se vuelve todas y ninguna. Son los enemigos de su propia causa. El descontento sólo borbota para volverse a apagar en la nada.

El “líder moral” se congracia con el descontento. Ve en él, el voto que lo elige. Oye una voz divina entre éste, que le manda a seguir luchando por los oprimidos, pobres, gays, lesbianas, transexuales, indígenas, mujeres, jóvenes, niños, trabajadores, las trabajadoras del hogar, los migrantes, las sexoservidoras, la libertad de expresión, la democracia, el Pueblo. En él se encarna la indignación de miles y variopintos excluidos.

El descontento unge a su representante en cada marcha. Puede ser diferente, todo depende del momento o pueden ser varios a la vez, puede ser él mismo. El descontento será legítimo y reconocido siempre que se oponga a un Otro inaprensible, pero eterno, que siempre ha estado ahí fustigando y oprimiendo al más “débil”. 

6 de agosto de 2012

El malestar con la democracia



Desde que México ha arribado a un sistema democrático en el ámbito político-electoral, se han generado expresiones de descontento hacia éste, tanto de corrientes de izquierda como de derecha. Sin embargo, de manera más creciente y visible, la izquierda y un sector importante de la sociedad que simpatiza con ésta, ha hecho suyo este descontento. Las elecciones de 2006 y la de este año, han generado un malestar profundo, tanto a la forma en cómo están regulados los partidos y los procesos electorales, así como hacía otros actores que cada vez se han vuelto más visibles. ¿Qué factores han generado que estos sectores de la sociedad se sientan insatisfechos con el sistema democrático?

Varios analistas han apuntado, que los factores se deben a que a la democracia, se le han cargado demasiadas expectativas, que por sí misma, le es imposible de cumplir, como mayor empleo, mejores condiciones laborales, mayor y mejor educación, en general la mejora de las condiciones socioeconómicas. Si bien este es un factor importantísimo, yo apuntaría hacia otro elemento, que va asociado con la impunidad, pero que se encuentra sobre todo en el ámbito de lo simbólico.

El año de 1968, fue un punto de quiebre sobre el equilibrio que había entre sociedad y gobierno, aunque había diferentes sectores que se encontraban en conflicto con la sociedad, estos eran reducidos y en su mayoría de regiones rurales. En este año de efervescencia juvenil, los protagonistas fueron en su mayoría sectores estudiantiles de zonas urbanas. Veían el autoritarismo como un desfase entre una sociedad cada vez más cambiante y moderna, y un sistema político monolítico y anticuado. El asesinato de cientos de estudiantes, el 2 de octubre de ese año, representó un agravio a gran parte de la sociedad, y la definitiva ruptura de un pacto social con el sistema político.

Las guerrillas y la guerra sucia, fueron reflejo de cómo se fueron agudizando las relaciones entre sociedad y gobierno. Esta tensión tuvo una relajación con las reformas políticas que se hicieron en 1977 y las consecuentes, para abrir paso a la pluralidad política. No obstante, el fraude electoral de 1988, volvió a tensionar a una parte de la sociedad con el gobierno, hasta llegar al levantamiento zapatista de 1994. Si bien este último enarbolaba otras causas más allá de la demanda de democratización, en gran parte era producto de ese descontento social que se había venido acumulando del sistema priista.

Con el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1997 como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México por parte del PRD y el arribo en 2000 de Vicente Fox, como presidente de la república, proveniente del PAN, se volvió a establecer un clima de reconciliación nacional. No obstante, dentro de los principales desafíos que tenía este último, era desmontar el sistema autoritario que había generado el PRI y resarcir los agravios sociales, a través de sancionar y castigar a los responsables de los excesos de poder y de las violaciones de derechos humanos, que había padecido una gran parte de la población: estudiantes, campesinos, indígenas y mujeres.

La Comisión de la Verdad que se creó para investigar y castigar “los crímenes del pasado”, resultó una primera esperanza para restaurar plenamente el equilibrio entre sociedad y gobierno. No obstante, terminó en decepción, se investigó pero no se sancionó a los principales responsables. Por otra parte, los derechos sociales que se requerían para contribuir a esa reparación de daño, tampoco se generaron, por ninguno de los tres poderes de la Unión.

Asimismo, el gobierno no reformó a fondo el sistema político que le había heredado el PRI, al nuevo gobierno, de tal modo, que todo termino por verse como una negociación entre el viejo y nuevo régimen. El signo que quedó como distintivo de la democracia, era la impunidad.

Frente a esta imagen, el gobierno o  los gobiernos emanados del PAN, bien pudieron generar actos que fueron simbólicos para la sociedad, que aunque no se castigará desde la vía judicial a los responsables de crímenes y de violaciones de derechos humanos, si se pudieran generar espacios o memoriales simbólicos que fueran significativos para la sociedad.



Argentina y Chile, son ejemplos de cómo la democracia, generó satisfactores sociales, a pesar de que tienen todavía enormes deudas que cubrir. Pero al menos en lo que corresponde a los castigos, hacia actores responsables de innumerables actos ominosos hacia la sociedad durante las dictaduras, se hicieron tanto desde el ámbito judicial como simbólico. Chile recordó de manera significativa con Ricardo Lagos el 11 de Septiembre de 1977, a pesar de que no se castigó a Pinochet y a gran parte de sus colaboradores. Argentina, ha dictado sentencias condenatorias en contra de militares responsables de los agravios durante las dictaduras, e hizo de la Escuela Mecánica de la Armada, un memorial para que actos cometidos por militares, fueran recordados y condenados socialmente.

En lo particular, considero que en la medida en que no haya actos y espacios que sean simbólicos para la sociedad, en donde se restaure la dignidad y la memoria de las personas, que les fueron violados sus derechos o arrebatada su vida, por diversas de causas - y a pesar de que no estemos de acuerdo con ellas-, gran parte de la sociedad, en particular los que simpatizan con la izquierda, pero en general toda la sociedad, seguirán sintiendo una insatisfacción con el sistema democrático, lo que en ocasiones puede derivar en conflictos más agudos, como las guerrillas de los 70 o más reciente la de los 90.

Sin embargo, la generación de derechos sociales hacia los sectores más desfavorecidos, restauran mucho más el equilibrio social y tienen un efecto a más largo plazo.

19 de julio de 2012

El dilema de la izquierda



A dos meses que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (conocido como TRIFE), declare el sí o no a la validez de la elección, la izquierda se encuentra entre el dilema de seguir por la vía de la protesta social y el desconocimiento del nuevo gobierno, o ser una oposición eficiente en el congreso de la unión y tratar de negociar reformas en materia económica y social.
Como se augura, el TRIFE declarará la validez de la elección, y ello implicará que tomen una decisión. López Obrador, apunta hacia el desconocimiento del gobierno de Enrique Peña Nieto, mientras que ya una parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD), habla en términos sólo de oposición legislativa, más que de un desconocimiento del nuevo gobierno. ¿Debería ser un dilema, la decisión que la izquierda asuma frente al nuevo gobierno?



No tendría por qué serlo. Sin embargo, como muchos analistas señalan, en un régimen presidencialista como el nuestro, la presidencia es todo o nada. En tanto, el poder legislativo ha jugado y jugará un papel central para el devenir del próximo gobierno. ¿En qué asuntos? En materia energética, laboral y de competencia en el ámbito de las telecomunicaciones. Sin duda que estarán presentes reformas políticas, no obstante, el punto nodal se encontrará en las reformas que hagan en materia económica.

 Es aquí donde López Obrador, puede jugar un papel central, en presionar para que se reforme en materia de educación, mayor presupuesto a instituciones de educación media y superior; incremento de salarios y, democratización y fiscalización de los sindicatos. Asimismo, en materia de reforma energética, puede negociar que haya una mayor transparencia, una mejor fiscalización en PEMEX y CFE, así como que se reinvierta para la generación de tecnología e industria. En materia de medios de comunicación, puede pugnar -y es aquí en donde tiene su mayor fuerza-, por mayor competencia, tratando de logar al menos otras dos cadenas nacionales, y a su vez incrementar la cobertura del acceso a Internet.

Si López Obrador, se plantea como el opositor de Peña Nieto, en casos concretos, pueden tener innumerables dividendos, tantos que podrían posicionarlo como candidato a la presidencia para el 2018. La movilización social, puede ser un elemento que utilice para presionar determinadas reformas en el congreso. Señalar cada error, corruptela o autoritarismo por parte de Peña Nieto, y tomar acciones legales fundamentadas y bien hechas, lo pondría como “un vigilante”, como el perfecto opositor, que podría hacer que el gobierno cometiera un traspié o quedara evidenciado.

Si deciden desconocer al nuevo gobierno, etiquetarle tantos adjetivos como se les ocurra, y llamar a marchas que sólo vilipendien a Peña Nieto y en donde se unja a sí mismo, López Obrador, como el líder moral de la nación, estarán desperdiciando una oportunidad única e impresentable para éste y la izquierda.
Habrá que ver, si López Obrador y la izquierda son capaces de mirar más allá de sí mismos, o de nuevo se meterán en el caparazón de su moral y su discurso, en tanto quienes gobiernan y legislan toman decisiones que afectarán en el presente y a futuro a gran parte de la población.

16 de julio de 2012

La impopularidad no es sinónimo de ilegitimidad


Los recursos de impugnación, así como las denuncias que se han hecho del proceso electoral de este año, no tienen por qué significar un aura de ilegitimidad en el próximo gobierno. Aunque, los seguidores del ex candidato López Obrador digan que el triunfo de Enrique Peña Nieto (EPN), es ilegítimo, no debería porque asumirse como tal.
En el año 2000, Francisco Labastida y Vicente Fox, incurrieron en actos ilegales, al rebasar los topes de campaña y hacer uso de financiamiento ilícito para sus campañas, sin embargo, el triunfo de éste último, no resultó ilegitimo, a pesar de haber ganado con el sólo 6.6% de ventaja por encima del candidato priista, diferencia similar a la obtenida por EPN respecto a López Obrador.
Sin embargo, el “virtual” ganador de las elecciones si carga sobre sus hombros, la impopularidad en los sectores que no votaron por él. Por un lado, la negativa carga histórica que tiene el Partido Revolucionario Institucional (PRI), es una de las causas, por otro, a las actuaciones de la mayoría de los gobiernos estatales priistas, tales como Puebla, Oaxaca, el Estado de México, Coahuila, Veracruz, entre otros. Sin embargo, el detonante de esta impopularidad sobre el candidato del PRI, fue su visita a la Universidad Iberoamericana, ya que atrajo el repudio y aversión por una gran parte de las comunidades universitarias hacia EPN, no sólo por representar para ellos al PRI “represor”, sino también por la impericia en el manejo de la situación y en la manera en que se calificó a los jóvenes que se manifestaron en su contra.
La impopularidad no es lo mismo que ilegitimidad, ya que su triunfo no fue producto de una “imposición” como muchos han dicho, ya que hubo elecciones, financiamiento público y acceso a los medios de manera equitativa. Existieron mecanismos legales consensados por todos los partidos políticos, para competir por la presidencia y demás cargos de elección popular. En esencia, el sistema electoral es democrático, no autoritario, ni mucho menos dictatorial.
El triunfo de EPN no se encuentra fuera de lo que la ley establece, lo que está en duda y en revisión son las prácticas clientelares y el uso de recursos ilícitos, durante el proceso electoral. Ilegitimo representaría, que EPN fuera reconocido como presidente, sin haber llegado a dicho cargo a través del proceso electoral y de obtener una mayoría de los votos por encima de los demás candidatos.
El gobierno de EPN tendrá que demostrar si es capaz de reducir su impopularidad, y quizás hasta de ganarse el favor de los que están en contra de él, pero sólo lo hará si no reproduce prácticas autoritarias hacia quienes lo repudien –haciendo uso del insulto o la agresión-, así como concentrándose en las causas más preocupantes del país, como la pobreza y la violencia. Ahora bien, mi pronóstico, es que si bien no caerán en acciones represivas en contra de las animadversiones, si harán caso omiso de toda crítica y rechazo público, y se sentirán cada vez más tentados hacia prácticas populistas, debido al cumulo de intereses y la magnitud de los problemas que aquejan al país. Sin embargo, eso es algo que nos queda por ver.